Page 112 - LA BEND PRIM 1
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            de llevar a muchos hijos a la gloria (muchos hijos, o sea,
            la descendencia divina), perfeccionase por aflicciones al
            autor de la salvación de ellos.
               Porque el que se santifica y los que son santificados, de
            uno son todos; por lo cual no se avergüenza de llamarlos
            hermanos (ahora, vean ustedes que el Señor Jesucristo no
            se  avergüenza  de  llamarnos  hermanos,  porque  somos  la
            descendencia divina), diciendo:
               Anunciaré a mis hermanos tu nombre,
               En medio de la congregación te alabaré.
               Y otra vez:
               Yo confiaré en él.
               Y de nuevo:
               He aquí, yo y los hijos que Dios me dio.
               Así que, por cuanto  los hijos participaron de carne y
            sangre  (de  estos  cuerpos,  aquí,  de  carne  y  sangre),  él
            también participó de lo mismo, para destruir por medio de
            la muerte al que tenía el imperio de la muerte,  esto es, al
            diablo  (ahora vean  que  el  Señor  Jesucristo  participó  de
            carne y sangre, así como nosotros estamos en un cuerpo de
            carne y sangre, para por medio de la muerte destruir al que
            tenía el imperio de la muerte),
               y  librar  a  todos  los  que por  el  temor  de  la  muerte
            estaban durante toda la vida sujetos a servidumbre.
               Porque ciertamente no socorrió a los ángeles (vea usted
            que este Programa de Redención no es para los ángeles; y
            los ángeles que cayeron, que no guardaron su dignidad, no
            tienen oportunidad de redención), sino que socorrió a la
            descendencia de Abraham.
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