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El Misterio de la Bendición de . . . 37
Isaac dijo: “Yo lo bendije, y será bendito” [Génesis
27:33]. Ni siquiera Isaac mismo podía quitarle la Bendición
del Primogénito.
¿Entendió usted eso? Ni siquiera el que lo bendijo
podía quitarle la bendición que ya le había echado;
porque Jacob la había recibido en su alma, en su
corazón: la creía con todo su corazón. Aunque
aparentemente Isaac, a quien amaba mucho era a Esaú,
pero al que bendijo fue a Jacob.
Y Jacob, pues se llevaba más por la bendición de Dios
y por el Programa de Dios, que por el afecto que le
pudieran tener a él. Porque el afecto terrenal: el afecto
terrenal es terrenal; el amor divino es eterno.
Así que ya cuando Isaac y Jacob se han encontrado allá
en otra dimensión, ya las cosas han cambiado en cuanto a
la parte familiar y la parte de los sentimientos. Ya entonces
Isaac comprendió que tenía que ser en esa forma, porque
Jacob era el primogénito allá en el Cielo.
Así que algunas veces quizás no nos entendemos muy
bien en cuanto a las cosas terrenales y en cuanto a
sentimientos humanos; pero echamos eso a un lado, y
miramos la bendición de Dios, miramos el Mensaje de
bendición. Y aunque no nos comprendamos muy bien el
uno con el otro en algunas cosas o en algunas ocasiones,
nos apegamos al Mensaje de Bendición; porque ese es el
Mensaje que trae la bendición para todo primogénito
escrito en el Cielo; y sin ese Mensaje que pronuncia la
bendición para cada uno de los hijos de Dios, ningún hijo
de Dios puede recibir la Bendición del Primogénito.