Page 88 - mago de oz
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—Ni yo un corazón —gimió el Leñador.
—Y yo no volvería más a Kansas —terminó
Dorothy. —Tenemos que tratar por todos los
medios de llegar a la Ciudad Esmeralda
—continuó el Espantapájaros.
Así diciendo, empujó su vara con tanta fuerza
que se le quedó hundida en el barro del fondo.
Luego, antes de que pudiera sacarla o soltarla,
la balsa fue arrastrada por la corriente y el
pobre hombre de paja se quedó colgado de su
vara en medio del río.
—¡Adiós! —les gritó.
Todos lamentaron mucho dejarlo. El Leñador
empezó a llorar; pero por suerte se acordó de que
podía oxidarse y se secó las lágrimas con el
delantal de Dorothy.
Naturalmente, lo ocurrido era terrible para el
Espantapájaros.
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