Page 197 - Cuentos de buenas noches para niñas rebeldes
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WILMA RUDOLPH
ATLETA
Hace mucho tiempo, antes de que se descubriera la vacuna contra la polio, los
niños no estaban protegidos contra esa terrible enfermedad, y Wilma era una niñita
cuando contrajo polio y quedó con una pierna paralizada.
—No estoy seguro de que pueda volver a caminar —dijo su médico.
—Claro que volverás a caminar, cariño. Te lo prometo —le susurró su mamá.
Cada semana, la mamá de Wilma la llevaba a la ciudad para su tratamiento. A
diario, sus veintiún hermanos y hermanas se turnaban para masajearle la pierna débil.
Wilma debía usar aparatos ortopédicos en las piernas para caminar, y los niños
crueles de su barrio se burlaban de ella. A veces, cuando sus padres salían de casa,
Wilma intentaba caminar sin los aparatos. Era difícil, pero poco a poco fue
volviéndose más fuerte.
A los nueve años, la promesa que le hizo su mamá se volvió realidad. ¡Wilma
logró caminar por sí sola! ¡Incluso empezó a practicar basquetbol!
Le encantaba brincar y correr, así que no lo pensó dos veces cuando el entrenador
le preguntó si quería unirse al equipo de atletismo.
Wilma compitió en veinte carreras y las ganó todas.
—No sé por qué corro tan rápido —decía—. Solo corro.
Wilma se convirtió en la mujer más veloz del mundo, lo cual le trajo muchas
alegrías a su familia y a su país. De hecho, en las Olimpiadas de 1960, Wilma rompió
tres récords mundiales. Solía decir que la clave para ganar es saber cómo perder:
—Nadie gana todo el tiempo. Si puedes levantarte después de una derrota
devastadora y vuelves a intentarlo, algún día serás una campeona.
23 DE JUNIO DE 1940 – 12 DE NOVIEMBRE DE 1994
ESTADOS UNIDOS DE AMÉRICA
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