Page 10 - Cohete
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—¡El romanticismo ha muerto! ¡El roman-
ticismo ha muerto! ¡El romanticismo ha
muerto! —murmuró—.
Era una de esas personas que creen que
repitiendo una cosa cierto número de veces,
acaba por ser verdad.
De pronto oyóse una tos fuerte y seca y todos
miraron a su alrededor. Era un pequeño cohete
de altivo continente atado a la punta de un
palo. Tosía siempre antes de hacer una
advertencia, como para llamar la atención.
—¡Ejem! ¡Ejem! —exclamó.
Y todo el mundo se dispuso a escucharle,
menos la pobre rueda, que seguía moviendo la
cabeza y murmurando:
—¡El romanticismo ha muerto!
—¡Orden! ¡Orden! —gritó un petardo.
Tenía algo de político y había tomado
siempre parte importante en las elecciones
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