Page 82 - Romeo y Julieta - William Shakespeare
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brillante armonía de tu voz desenvuelva los sueños de ventura que en esta tierna entrevista
                  nos trasmitimos mutuamente.

                  JULIETA

                     Los pensamientos, más ricos de fondo que de palabras, se pagan de su entidad, no de su
                  ornato. Pobre es uno en tanto que puede contar su tesoro; pero el sincero amor mío ha
                  llegado a tal punto, que a sumar no alcanzo la mitad de mi cabal fortuna.

                  FRAY LORENZO

                     Venid, venid conmigo y será obra de un instante; pues, contando con vuestra dispensa,
                  solos no quedaréis hasta que la Santa Iglesia os refunda en uno solo.

                  (Se marchan.)




                  Acto tercero



                  Escena I

                  (Una plaza pública.)

                  (Entran MERCUCIO, BENVOLIO, un paje y criados.)

                  BENVOLIO


                     Por favor, amigo Mercucio, retirémonos. El día está caliente, los Capuletos en la calle,
                  [y si llegamos a encontrarnos, será inevitable una contienda; pues con los calores que
                  hacen, bulle la irritada sangre.]

                  MERCUCIO

                     Te pareces a esos hombres que al entrar en una taberna nos sueltan la tizona sobre la
                  mesa, diciendo: ¡Dios haga que no te necesite!; y que, a efecto del segundo vaso, la tiran
                  contra el sirviente, cuando, en verdad, no hay para qué.

                  BENVOLIO

                     ¿Me parezco a esa gente?

                  MERCUCIO

                     Vamos, vamos, tú, de natural, eres un pendenciero tan fogoso como no le hay en Italia;
                  una nada te provoca a la cólera y, colérico, una nada te vuelve provocador.
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