Page 234 - La Ilíada
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nevado Olimpo, llevando la reluciente armadura que Hefesto había construido.
Canto XIX
Renunciamiento de la cólera
Pertrechado con la armadura que le había fabricado Hefesto, Aquiles se
reconcilia con Agamenón. Briseide lamenta la muerte de Patroclo y el ejército
aqueo se prepara para la batalla que va a tener lugar.
1 La Aurora, de azafranado velo, se levantaba de la corriente del Océano
para llevar la luz a los dioses y a los hombres, cuando Tetis llegó a las naves
con la armadura que Hefesto le había entregado. Halló al hijo querido
reclinado sobre el cadáver de Patroclo, llorando ruidosamente y en torno suyo
a muchos amigos que derramaban lágrimas. La divina entre las diosas se puso
en medio, asió la mano de Aquiles y hablóle de este modo:
8 —¡Hijo mío! Aunque estamos afligidos, dejemos que ése yazga, ya que
sucumbió por la voluntad de los dioses; y tú recibe la armadura fabricada por
Hefesto, tan excelente y bella como jamás varón alguno la haya llevado para
proteger sus hombros.
12 La diosa, apenas acabó de hablar, colocó en el suelo delante de Aquiles
las labradas armas, y éstas resonaron. A todos los mirmidones les sobrevino
temblor; y, sin atreverse a mirarlas de frente, huyeron espantados. Mas
Aquiles, así que las vio, sintió que se le recrudecía la cólera; los ojos le
centellearon terriblemente, como una llama, debajo de los párpados; y el héroe
se gozaba teniendo en las manos el espléndido presente de la deidad. Y,
cuando hubo deleitado su ánimo con la contemplación de la labrada armadura,
dirigió a su madre estas aladas palabras:
21 —¡Madre mía! El dios te ha dado unas armas como es natural que sean
las obras de los inmortales y como ningún hombre mortal las hiciera. Ahora
me armaré, pero temo que mientras tanto penetren las moscas por las heridas
que el bronce causó al esforzado hijo de Menecio, engendren gusanos,
desfiguren el cuerpo —pues le falta la vida— y corrompan todo el cadáver.
28 Respondióle Tetis, la diosa de argénteos pies:
29 —Hijo, no te turbe el ánimo tal pensamiento. Yo procuraré apartar los
importunos enjambres de moscas, que se ceban en la carne de los varones
muertos en la guerra. Y, aunque estuviera tendido un año entero, su cuerpo se
conservaría igual que ahora o mejor todavía. Tú convoca al ágora a los héroes
aqueos, renuncia a la cólera contra Agamenón, pastor de pueblos, ármate