Page 68 - La Ilíada
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889 —¡Inconstante! No te lamentes, sentado junto a mí, pue me eres más
               odioso que ningún otro de los dioses del Olimpo. Siempre te han gustado las
               riñas,  luchas  y  peleas,  y  tienes  el  espíritu  soberbio,  que  nunca  cede,  de  tu
               madre Hera a quien apenas puedo dominar con mis palabras. Creo que cuanto
               te ha ocurrido lo debes a sus consejos. Pero no permitiré que los dolores te
               atormenten, porque eres de mi linaje y para mí te parió tu madre. Si, siendo tan

               perverso  hubieses  nacido  de  algún  otro  dios,  tiempo  ha  que  estaría  en  un
               abismo más profundo que el de los hijos de Urano.

                   899 Dijo, y mandó a Peón que lo curara. Éste lo sanó, aplicándole drogas
               calmantes; que nada mortal en él había. Como el jugo cuaja la blanca y líquida
               leche cuando se le mueve rápidamente con ella, con igual presteza curó aquél
               al furibundo Ares, a quien Hebe lavó y puso lindas vestiduras. Y el dios se

               sentó al lado de Zeus Cronión, ufano de su gloria.
                   907 Hera argiva y Atenea alalcomenia regresaron también al palacio del

               gran Zeus, cuando hubieron conseguido que Ares, funesto a los mortales, de
               matar hombres se abstuviera.




                                                       Canto VI

                                        Coloquio de Héctor y Andrómaca

                   Entre los segundos, los troyanos, Héctor, que ha regresado a Troya para
               ordenar que las mujeres se congracien con Atenea con plegarias y ofrendas,
               cuando vuelve al campo de batalla, se encuentra con su esposa y con su hijo,

               aún de tierna edad. Y se destaca el comportamiento de Héctor, héroe inocente
               que se sacrifica por Troya, y de Paris, culpable y egoísta, que sólo piensa en él.


                   1  Quedaron  solos  en  la  batalla  horrenda  troyanos  y  aqueos,  que  se
               arrojaban broncíneas lanzas; y la pelea se extendía, acá y acullá de la llanura,

               entre las corrientes del Simoente y del Janto.

                   5 Ayante Telamonio, antemural de los aqueos, rompió el primero la falange
               troyana a hizo aparecer la aurora de la salvación entre los suyos, hiriendo de
               muerte al tracio más denodado, al alto y valiente Acamante, hijo de Eusoro.
               Acertóle en la cimera del casco guarnecido con crines de caballo, la lanza se
               clavó  en  la  frente,  la  broncínea  punta  atravesó  el  hueso  y  las  tinieblas

               cubrieron los ojos del guerrero.

                   12  Diomedes,  valiente  en  el  combate,  mató  a  Axilo  Teutránida,  que,
               abastado de bienes, moraba en la bien construida Arisbe; y era muy amigo de
               los  hombres,  porque  en  su  casa,  situada  cerca  del  camino,  a  todos  les  daba
               hospitalidad.  Pero  ninguno  de  ellos  vino  entonces  a  librarlo  de  la  lúgubre
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