Page 3 - Leyendas y Mitos del Peru
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Un día la joven mamá se encontraba tan cansada de trabajar que no pudo
recoger el suficiente maíz como para hacer cada una de sus tareas diarias y
vender lo que sobrase en el mercado para ganar algunas monedas. Entonces
la joven mamá lloró desconsolada al darse cuenta de la realidad y, pensando
mucho, también de que nada de aquello habría ocurrido si su marido
colaborara con la recolección del maíz.
Sin embargo, no creía que aquello fuese posible, pues su marido era una
persona muy obstinada y egoísta que solo disfrutaba de dormir y de pasear
por el campo. Tras aquellos pensamientos, la joven campesina decidió dejar
de darle vueltas a la cabeza y se fue a dormir para poder descansar y
recolectar más maíz al día siguiente, pero, justo cuando se dirigía a su
habitación, vio algo que relucía mucho en el exterior de la casa.
Creyendo que era fruto del cansancio, la joven decidió continuar su camino
hacia el cuarto cuando, de nuevo, sus ojos notaron los destellos. Pero, ¿qué
podía ser aquello? Era imposible que fuese un rayo de so, puesto que ya era
de noche, aunque entraba sin lugar a dudas por la ventana, por lo que
decidió salir para ver qué podía ser aquel reflejo tan intenso y cegador.
•¡Es una mazorca de oro! ¡No puedo creerlo!- Dijo entusiasmada la humilde
campesina al comprobar que los destellos procedían de su maizal.
Tras aquel gran descubrimiento, la mujer corrió hacia la casa con la mazorca
en la mano para enseñársela a su marido y, aunque este ya se encontraba
dormido, despertó al momento con los fuertes destellos. El hombre tampoco
podía creer lo que veía, y solo pensó que su mujer era tan buena y tan
trabajadora que, sin duda, los dioses habrían querido premiarla. Y aquella
idea del premio le hizo entender también que se había equivocado con su
familia y con sus egoístas acciones, y al poco se arrodilló prometiendo
colaborar para siempre con su mujer en todo.