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TÍTULO



                 Muy lejos de la Vía Láctea, existe un planeta cuadrado llamado Maincriti, donde
              todo es cuadrado, hasta la gente que entraba. ¿Por qué lo sé? Porque yo entré allí.
                 Yo era astronauta. Un choque con un meteorito me separó de mis amigos;
              rompió la nave espacial. Mis amigos están muertos, y yo acabé en ese planeta a
              saber cómo. Pero sí sé una cosa: tengo que sobrevivir. Tendré que coger madera

              para hacer una mesa para mis proyectos: picos, espadas, hachas y armadura.
                 Primero, tengo que coger madera y piedras para mejorar las cosas, y hacerme

              un refugio, porque se acerca la noche y a saber lo que sale por la noche.
                 Estaba construyendo mi refugio, lo termino por los pelos y entonces... veo un

              zombi,  esqueletos  y  un  “creener”.  Se  acercó  el  “creener”  y  reventó,  explotó,
              llevándose con él la casa.
                 Entonces veo hierro y, sin dudarlo, me meto entre los monstruos y a picar hierro.
              Construyo la nave espacial, y cuando me iba a ir escucho: ¡ffffffh! ¡Era un “creener”!
              Y me morí.


                                                               Alejandro Giráldez Castro (1º C)



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                 Un día por la mañana en un mes de verano estaba desayunando en mi casa. Mis
              padres ya se habían ido a trabajar, porque se iban muy temprano, y yo me quedé
              desayunando yo sola en mi casa, que estaba situada en un pueblo en el que solo
              vivíamos nosotros. El pueblo antes era popular, pero se fue marchando la gente has

              que no se quedó nadie.
                 Bueno, el caso es que mi casa me daba mucho miedo porque la acabábamos de

              comprar y aún estaba totalmente en ruinas, menos una habitación, que era la de mis
              padres. Ellos me dijeron que no abriera una puerta que estaba en el desván: que no
              la podía abrir nunca.
                 Y todos los días que llevaba viviendo en esa casa me estaba preguntando qué
              habría detrás de esa puerta. Y un día, por la mañana, cuando se marcharon mis
              padres, cogí y me fui a ver que había tras esa puerta, y cuando entré... resulta que

              era como un laboratorio de pociones mágicas, y había un montón de ellas. Y yo,
              como me gusta mucho investigar, dije que me iba a tomar una poción para ver lo que
              pasaba. Entonces empecé a leer los nombres de las pociones; había una que
              llamaba formigusenanus”. Y yo dije: “pues debe de convertirte en hormiga o algo
              así”. Me la tomé y, efectivamente, me convertí en una hormiga enanita. Y cuando
              llegaron mis padres... ¡casi me pisan!


                                                                      Nerea Álvarez Méndez  (1º C)
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