Page 1 - Cuento Corto - La sombra
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La sombra




                  Como  esos  rumores  o  más  bien  leyendas  urbanas  de  las  que  nadie  cree

                                                        demasiado, ni siquiera se las toma en serio, lo
                                                        cierto  es  que  un  día  tres  amigos  del

                                                        secundario,  Matías,  Jorge  y  Gustavo,  habían
                                                        querido  desafiar  las  leyes  de  la  naturaleza  y

                                                        experimentar  su  hombría,  decidiéndose  entrar
                                                        una  noche  al  cementerio,  por  supuesto  que

                                                        antes  se  habían  inyectado  el  valor  con  varios

                                                        vasos  de  cerveza  y  vino,  una  vez  ya  hecho
                                                        efecto el alcohol y amortiguado sus miedos, se

                                                        introdujeron  saltando  el  paredón  posterior,  y
                                                        como si todo esto no fuera demasiado tétrico,

                  daba a las intermediaciones del río, por supuesto que no es necesario acotar que
                  todo era penumbra, sobre todo esa noche parecía vestida de un negro sepultural.

                  Afirmados  al  paredón  se  quedaron  sentados  un  rato,  hablaban  despacio,  casi

                  murmurando  y  miraban  temblorosos  los  ojos  hacia  la  oscuridad  plena.  Se
                  quedaron  allí,  un  largo  rato  hasta  que  en  un  intento  de  mostrar  soltura,  Jorge,

                  metió la mano en el bolsillo trasero y sacó un petaca de coñac, destapó cuidadoso

                  la botellita, bebió un sorbo y luego invitó a los camaradas, un sorbo largo impregnó
                  la garganta de valor y se animó a decir:


                      -  Vamos, caminemos los pasillos de tumbas.


                  Los otros, sin responder se repusieron de la posición
                  de  sentados  y  comenzaron  a  caminar,  no  decían

                  nada,  iban  uno  al  lado  del  otro,  casi  rozándose  los

                  hombros, como dándose compañía. Iban a llegar al
                  último nicho del pasillo y en el penúltimo vieron una

                  tenue luz, Matías, apenas giró la cabeza, miró y vió
                  una  vela  encendida,  los  demás  casi  ni  miraron  y
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