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SIETE

Jairo desplegó la carta y comenzó a leer:
“Si has conseguido llegar hasta aquí es porque has descifrado to-
dos los enigmas que escondí entre las baldosas de mi casa, y por
ello te felicito. No sé qué año será, si hace frío o calor, si es invier-
no gélido o aún es otoño y los vecinos pasean con alegría hasta
Parpacén o hacía el camino de los altos bosques. Hoy es un día
triste para mí, porque abandono la que ha sido mi casa en Huéscar
durante todos estos años. He decidido volver, perseguir mi sueño,
seguir investigando y encontrar al fin un indicio claro de la exis-
tencia de los Reyes Magos. ¿Sabías que Melchor llegó en un caballo
blanco a regalarle oro al niño Jesús? El oro es símbolo de templan-
za de espíritu, y representa la luz en la espesa oscuridad; Gaspar,
que era pelirrojo, llegó en camello con incienso. Cuando se en-
ciende el incienso, el humo se va al cielo, a la tierra y a todas par-
tes, expresando que esta energía cósmica invade todo el ambiente
y nos impregna de diferentes aromas. Es la forma de conectar to-
das nuestras energías; y Baltasar, el favorito de los niños y el que
más cartas recibe. Se mueve en elefante, y entregó la mirra al niño
Jesús en una cajita. La mirra es magia. Ma-alma y gia-tierra. Es
el alma de la Tierra. La curación del alma. A ellos he dedicado mi
vida. Y aún no me he rendido, pero reconozco que nunca los en-
contré. Pero existen, y están en algún lugar. De eso estoy segura.
Y mientras los encontramos, nos han dejado un legado impresio-
nante que perdurará siempre. Nos dejan la Navidad como un lugar
en el que aprender a ser agradecidos con lo que tenemos, ya que
otros niños no han tenido la misma suerte que nosotros; nos han