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HISTORIAS DE
AGUACATES
A MINISTROS
IDIOMA
Nepalí y nepalés,
gentilicios válidos
Tanto nepalí como nepalés son términos adecuados para aludir
a lo perteneciente o relativo al país asiático de Nepal.
En los medios de comunicación pueden encontrarse ambas for-
mas: «Estas protestas tienen su origen en el veto del Gobierno
nepalés a redes sociales como Instagram, X, TikTok, WhatsApp
y Facebook», «El jefe del Ejército nepalí instó a los manifestan-
tes a dejar de lado las protestas» o «Varias viviendas de líderes
políticos nepalíes han sido quemadas».
Tal como explica el Diccionario panhispánico de dudas, para re-
ferirse a quien es natural de Nepal o para aludir a algo que perte-
nece a ese país o está relacionado con él, son igualmente apro-
piadas las voces nepalí y nepalés. Sus plurales son nepalíes (for-
ma recomendada en la lengua culta, aunque también es apro-
piado el plural nepalís) y nepaleses, respectivamente.
Así pues, los ejemplos anteriores son todos válidos.
DATA DE LA HISTORIA
Jesse Owens, el atleta que derrotó al nazismo
Je ss e Ow ens, el a tl e t a que derr ot ó al na zismo
Jesse Owens fue un destacado atleta
afroamericano que se convirtió en una
celebridad antes de los Juegos Olímpi-
cos de Berlín de 1936. En 1935, durante
una competición universitaria, batió cin-
co récords mundiales e igualó otro en so-
lo 45 minutos. Entre ellos, un récord de
salto de longitud que duró 25 años. A pe-
sar de este éxito inicial y su fama, Owens
viajó a Berlín para competir en las Olim-
piadas.
En los Juegos Olímpicos de 1936, Owens
ganó cuatro medallas de oro, lo que de-
rribó la teoría de la supremacía de la raza
blanca promovida por el régimen nazi de
Adolf Hitler. A pesar de que los alemanes
lo trataron con respeto durante su estan-
cia en Berlín, dándoles incluso los mis-
mos derechos que a los atletas blancos
en cuanto a hospedaje y viajes, su triun-
fo no le valió el reconocimiento de su pro-
pio gobierno al regresar a Estados Unidos.
Su regreso a su país natal lo desarrolló
a la misma realidad de muchos de sus
compatriotas negros: no disfrutaba de
los mismos derechos que la población
blanca. A lo largo de su vida, Owens se
convirtió en un símbolo involuntario de la
lucha contra el racismo, aunque según la
exatleta francesa Maryse Ewanjé-Epée,
nunca llegó a entender completamente
el papel que representaba. Se le conside-
ra un héroe que desafió al nazismo, pero
su vida en Estados Unidos continuó mar-
cada por la discriminación.
C ON O TR A ÓP TIC A
l esfuerzo humano por domesticar al aguacate
condujo a frutos cada vez más grandes y cáscaras
sucesivamente gruesas. El hueso de esa planta
Ecreció con el tiempo, considera Thomas Harper,
escritor de The New York Times. Pues esta fruta (no un
vegetal) es auténtico súper alimento, con densas y mante-
quillosas vitaminas, grasa y fibra, todo en el bulto del grueso
de una mano.
Ocupó largo tiempo para ello. Un artículo publicado en
Julio Escoto Actas de la Academia Nacional de Ciencias en EUA afirma
que hace 10 000 años los habitantes de la hoy Honduras
hicieron del aguacate parte viva de su dieta, mejorándolo
intencionalmente por unos 7500 años. Eso implica que
domesticar dicho fruto comenzó en Honduras antes del
arribo de variedades como el maíz. “La gente domesticaba
los bosques mucho antes de sembrar cultivos” informa A.
VanDerwarker, antropóloga de la Universidad de Califor-
nia y autora.
Los aguacates surgieron por prima vez en el centro de
México hace 400 mil años. Dispersó sus semillas la enorme
fauna de gigantes perezosos terrestres, gonfotéridos y
toxodontes, que los devoraban con todo y hueso. A fines del
Pleistoceno, 13 mil años ha, esa megafauna había exten-
dido los genes del fruto oleaginoso hasta el centro y norte
de Sudamérica, lo que permitió diversificarse en, lo menos,
tres variedades distintas.
Pero la extinción masiva de esos monstruos fáunicos
puso fin al Pleistoceno. Sin animales tan grandes como para
comer aguacates enteros y defecar sus huesos, el área de
dispersión de semillas se redujo. Fue en ese punto cuando
los humanos comenzaron a cultivar intencionalmente
al aguacate, explica D. Kennett, profesor de arqueología
ambiental en California.
Existe en Marcala una cueva ~El Gigante~, agujero telú-
rico, que aquella gente primigenia frecuentó hace once mil
años dejando, durante generaciones, montones de semillas
de calabaza, puchos de maíz, hojas de agave y otros dese-
chos que hoy estudian forénsicamente los investigadores
y para lo que se emplea radiocarbono y así ordenar en el
tiempo los desechos ~~millares de huesos y fragmentos de
cáscara encontrados.
Al principio la basura estaba llena de huesos con tamaño
de cerezas y trozos delgados de cáscara pues la gente “recogía
frutos de los árboles cuando necesitaba”, dijo VanDerwar-
ker. Pero en los siguientes 7500 años esos huesos fueron
siendo más grandes y las cáscaras robustas, lo que sugiere
que las personas mejoraban los árboles existentes podando
sus ramas y estimulando el crecimiento para obtener frutos
mejores y grandes, o sea una operación de desarrollo genéti-
co intencional, aunque no los creamos capaces de ello.
En los siguientes 4500 años esos aguacates habían alcan-
zado tamaños de durazno y su cáscara había superado el
grueso natural de la planta ~~“indicador de que los primi-
tivos cultivadores habían coleccionado los mejores huesos a
fin de sembrar sus propios árboles”, asegura VanDerwarker.
El científico agregó que una razón para cultivar cáscara
gruesa de aguacate era para que fuera más fácil comer su
pulpa: “es probable que la gente estuvo comiendo guacamo-
le por unos buenos 10 mil años”, sonrió.
Para que comprendamos cómo un detalle de la naturale-
za se convierte en maravillosa aventura y lección.