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Dietantes crónicos: la trampa de la
búsqueda incesante de la delgadez
Las redes sociales amplifican el fenómeno de la obsesión por el “cuerpo perfecto”, lo que puede llevar
a hábitos que afecten la salud física y mental
POR AZAHARA NIETO
on la llegada de septiembre parece desatarse una
paranoia colectiva por convertirnos en la “mejor
versión de nosotros mismos”, un término que,
Cdicho sea de paso, me resulta bastante sospechoso.
Es la época en la que parece que toca empezar a meditar,
aprender alemán, planificar las comidas de toda la semana,
iniciar entrenamientos de fuerza, y, cómo no, perder peso.
La influencia de las redes sociales ha amplificado este
fenómeno hasta tal punto que, quien decide continuar
su vida como antes de las vacaciones, pero un poco más
descansado, se convierte en la oveja negra del rebaño.
En el mundo de la nutrición emergen retos, planes détox,
tablas de ejercicios para “quemar” los helados del verano y,
como siempre, la última dieta de moda.
Hay personas que pasan su vida saltando de una dieta
a otra, impulsadas por el miedo a no saber comer correcta-
mente si no siguen un plan dietético diseñado por alguien
más.
Esta dinámica los lleva a ciclos de restricción y excesos,
acompañados de sentimientos de culpa y remordimiento.
A estas personas se las conoce como dietantes crónicos
(DC), y suelen padecer lo que se denomina permarexia.
Los dietantes crónicos son individuos que limitan cons-
tantemente su alimentación por el temor a ganar peso.
Aunque la permarexia se menciona como un concepto
clínico, no está reconocida oficialmente en el Manual Diag-
nóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (DSM-V)
ni clasificada como un trastorno de la conducta alimentaria
(TCA) propiamente dicho.
Los dietantes crónicos tienden a acumular reliquias de Una mujer se pesa. KSENIYA OVCHINNIKOVA (GETTY IMAGES)
cada dieta que han seguido a lo largo de su vida, lo que
resulta en un batiburrillo de mitos, normas alimentarias, actuales, junto con los estereotipos, son el caldo de cultivo nuestro cuerpo gana peso, en una sociedad donde el físico
suplementos nutricionales, y modas dietéticas. perfecto para fomentar conductas de este tipo. es una carta de presentación, y actualmente, parece que
Esto no hace más que aumentar su desconcierto y, final- También la presión estética. La exigencia de ser joven y nos define moralmente.
mente, les deja sin saber qué comer. delgado ya no se limita a la publicidad y a ciertas revistas Este fenómeno afecta en mayor medida a las mujeres,
Cuando adoptan una nueva dieta, lo hacen con el fervor femeninas. especialmente en la franja de edad comprendida entre los
de quien abraza una nueva religión, convencidos de que Hoy, las redes sociales bombardean con miles de mensa- 18 y los 40 años, aunque puede extenderse a lo largo de
“esta vez sí funcionará”. jes diarios que sugieren que tu cuerpo podría ser “mejor”, si toda la vida. Generalmente, se comienza a hacer dietas
Se preparan comprando todo lo necesario: libros, freido- así lo deseas. o a limitar el consumo de ciertos alimentos durante la
ras de aire, licuadoras para el détox, y moldes de silicona La proyección de un solo tipo de cuerpo como ideal, junto adolescencia, y a partir de ahí se pueden encadenar dietas
para hacer magdalenas de calabacín. con la negación de la diversidad corporal, ha exacerbado durante años. Tanto la adolescencia como el sexo femenino
Sin embargo, en un plazo que no suele superar los dos este problema. son factores de riesgo para desarrollar un TCA. ¿Casuali-
meses, se sienten fracasados, agotados y convencidos de A pesar de que ahora existen más representaciones dad? Lo dudo. Es común que los dietantes crónicos tengan
que nunca lograrán su objetivo. de diferentes tipos de cuerpo, cualquier cuerpo que no baja autoestima y basen su valoración personal en cómo
El ciclo continuo de dietas, las exigencias sobre su cuerpo, se ajuste a los estándares ideales está sujeto a críticas, a los perciben los demás.
y la presión estética, daña profundamente su confian- menudo bajo la excusa de evitar la “apología de la obesidad”. Pero, sinceramente, ¿cómo se puede tener una buena
za, además de alterar las señales fisiológicas de hambre El uso del IMC (Índice de Masa Corporal) como indica- autoestima si constantemente recibimos mensajes de que
y saciedad, evitan cada vez más alimentos que dejan de dor principal de salud contribuye a que las restricciones nuestro cuerpo está mal?
comer, y si los comen, lo hacen en formato atracón, ya que alimentarias, el ejercicio excesivo y los ayunos sean justifi- Esto solo aumenta la insatisfacción corporal y la vergüen-
de nuevo volverán a estar prohibidos. cados bajo el pretexto de cuidar la salud. za hacia el propio cuerpo, lo que termina limitando la vida
Estos periodos de restricción y sobre ingesta no solo Todo lo que se hace en nombre de la salud parece válido y de quienes lo padecen.
provocan un aumento de peso y daños metabólicos, sino es mucho más difícil de detectar. La buena noticia es que se puede salir de este bucle
que también deterioran aún más su relación con la comida, Por ejemplo, alguien podría decir “no como ese dulce perverso, pero hay que parar de hacer dietas restrictivas,
predisponiéndolos al desarrollo de un TCA, desde una porque no es sano”, pero detrás de esa declaración podría ya sean autoimpuestas o pautas por un tercero.
anorexia, bulimia o trastorno por atracón. haber un miedo más profundo a perder el control que a las Es recomendable acudir a un nutricionista que no tenga
Las causas que originan el comportamiento de los dietan- propiedades nutricionales del alimento. un enfoque pesocentrista, que escuche tus necesidades y
tes crónicos o la permarexia son variadas. Otra causa es la gordofobia estructural y sistémica y que haga una pauta totalmente adaptada a ti.
El primero es el culto a la delgadez, que se asocia con la propia gordofobia interiorizada, esa que no hace sentir Y hay que reunir el valor, para perder el miedo a la comida,
éxito y salud en nuestra cultura, y los cánones de belleza miedo a no ser queridos, valorados positivamente sin pero es que, sin comida, no hay vida. (El País, España)