Page 47 - ¿Quién se ha llevado mi queso?
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Para entonces, Haw ya se había desprendido del pasado y se estaba adaptando con
efectividad al presente.
Continuó por el laberinto con mayor fortaleza y velocidad. Y, entonces, no tardó
en suceder lo que tanto anhelaba.
Cuando ya tenía la impresión de estar perdido en el laberinto desde hacía una
eternidad, su viaje, o al menos esta parte del mismo, terminó felizmente y con
sorprendente rapidez.
Haw siguió por un pasadizo que le resultaba nuevo, dobló una esquina y allí
encontró el Queso Nuevo en el depósito de Queso N.
Al entrar en él, quedó asombrado ante lo que vio. Allí amontonado estaba el
mayor surtido de Queso que hubiera visto jamás. No reconoció todos los que vio, ya
que algunas clases eran nuevas para él.
Por un momento, se preguntó si se trataba de algo real o sólo era el producto de
su imaginación, hasta que descubrió la presencia de sus viejos amigos Fisgón y
Escurridizo.
Fisgón le dio la bienvenida con un gesto de la cabeza, y Escurridizo hasta lo
saludó con una de sus patas. Sus pequeños y gruesos vientres demostraban que ya
llevaban allí desde hacía algún tiempo.
Haw los saludó con rapidez y pronto se dedicó a probar bocados de cada uno de
sus Quesos favoritos. Se quitó las zapatillas de correr, les ató los cordones y se las
colgó del cuello por si acaso las necesitaba de nuevo. Fisgón y Escurridizo se echaron
a reír.
Asintieron con gestos de cabeza, como muestra de admiración. Luego, Haw se
lanzó hacia el Queso nuevo. Una vez que se hartó, levantó un trozo de Queso fresco e
hizo un brindis.
—¡Viva el cambio!
Mientras disfrutaba del Queso nuevo, reflexionó sobre lo que había aprendido.
Comprendió que en aquellos momentos en los que temía cambiar, no había hecho
sino aferrarse a la ilusión de que el Queso Viejo ya no estaba allí.
Entonces, ¿qué le había hecho cambiar? ¿Acaso el temor de morir de hambre? No
pudo evitar una sonrisa al pensar que, en efecto, eso le había ayudado.
Luego se echó a reír al darse cuenta de que había empezado a cambiar en cuanto
aprendió a reírse de sí mismo y de todo lo que hacía mal. Comprendió que la forma
más rápida de cambiar consistía en reírse de la propia estupidez, pues sólo así puede
uno desprenderse de ella y seguir rápidamente su camino.
Era consciente de haber aprendido algo útil de sus amigos ratones, Fisgón y
Escurridizo, algo importante sobre seguir adelante. Ellos procuraban que la vida fuese
simple. No analizaban en exceso ni supercomplicaban las cosas. En cuanto cambió la
situación y el Queso cambió de sitio, ellos también cambiaron y se trasladaron con el
Queso. Eso era algo que nunca olvidaría.
Haw también había utilizado su maravilloso cerebro para hacer aquello que los
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