Page 9 - El imaginario de la razón (LIBRO FISICO-CALAMEO)
P. 9

ADVERTENCIA AL LECTOR

                     Se recomienda mucha precaución de tomar en serio estas pala-
              bras. He visto como a algunos se les ha transformado la cara en señal de
              aprobación, enojo o simple desconcierto. El lector tiene un alma sensible
              y rara vez la protege de la charlatanería de los inescrupulosos escritores.
              Yo soy uno de ellos y también un lector, aunque leo dos páginas y me
              duermo, salvándome así del veneno de tales fabulaciones.
                     Siéndome el lector un caro y respetable amigo al que no debe-
              mos despreciar, me ha parecido necesario advertirle sobre lo que las i-
              deas hacen cuando toman cuerpo en los libros: adquieren un aspecto de
              verdad y como verdad disfrazada, se aprovechan del poco sentido común
              que nos queda. A mi juicio, las ideas matan tanto como las armas, y están
              tan peligrosamente presentes que muchos las evitan como a la peste o las
              llevan en sus carteras al igual que a esas píldoras que venden para suici-
              darse.
                     Explicar el porqué del Imaginario de la razón me parece una
              pérdida de tiempo y energía, primero, por no sacar ustedes nada en lim-
              pio y segundo, por no ganar yo más que insultos y amenazas. Sin embar-
              go, creo conveniente aclarar (fundamentalmente para mi  defensa) que
              me he visto forzado a importunarlos fruto de la insensatez del mundo, la
              vulgaridad del débil, la arrogancia del poderoso, la ceguera del viejo, la
              ingenuidad del joven… y así podría estar toda la noche con la sola enu-
              meración de estos portentos.
                     Mis ideas no son distintas a las de otros que han vivido y se han
              considerado hombres en el sentido esencial de la palabra. Mi proceder,
              tampoco: todo fue mirar alrededor, entrar en los sitios donde se codea el
              estúpido y el sabio, el tirano y su víctima, la mujer buena y la endemo-
              niada, los enfermos de vivir, los enfermos de sí mismos, y entonces, ob-
              servarles sin perder detalle, animalmente, casi devorándoles; aprender lo
              que tienen guardado en los ojos, en la voz, bajo el frac o el harapo, bajo
              la piel o la máscara…
                     Si he dicho verdad al referirme a alguno de ellos, téngaseme por
              sabio, y si al contrario he dicho locuras y disparates, téngaseme por un
              sabio mucho mayor por no haber acertado a la verdad, mal de todas las
              ciencias y herrumbre de todas las artes.
                     Ya muy pronto pienso volver sobre la carga y dar por concluido
              un segundo Imaginario. Prometo esta vez tratar las cosas por su nombre
              y encender la gran pira funeraria en la que se ha puesto al ser humano
              para que se vaya al diablo o se levante por fin de las cenizas.

                                                                 R.V.
   4   5   6   7   8   9   10   11   12   13   14