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Los discos M.2 son los discos ideales, ya que a efectos práctico desaparecen
muchos problemas que ofrecen los discos duros convencional, teniendo la ventaja
de los discos SSD: rendimiento y potencial. Además de no tener necesidad de
conectar los cables SATA de alimentación y transferencia de datos. Y es que,
las unidades SSD tradicionales trasladan información mediante los buses SATA,
mientras que los M.2 utilizan tanto el bus SATA como los buses PCI-e que son
mucho más prácticos, rápidos, anchos y con más tráfico.
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