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17.  ¿QUIÉN ES NUESTRO PATRONO?

            OBJETIVO:
                Que el servidor y la servidora del altar tengan a su patrono como un modelo
            por seguir, lo cual les permite llegar a Jesús.

                                                       SAN TARCISIO

                                             La Iglesia Católica ha tenido muy especial
                                         cariño a este joven que con tanto amor llevaba
                                         la Comunión a los prisioneros y con tan enorme
                                         valor supo defender la Santa Eucaristía de los
                                         enemigos que intentaban profanarla. “No echéis
                                         a los perros lo sagrado ni a los cerdos lo muy
                                         valioso porque se volverán contra vosotros.”

                                         San Tarcisio era un monaguillo que ayudaba a
                                        los sacerdotes en Roma. Después de participar
                                        en una Santa Misa en la Iglesia de San Calixto,
            fue encargado por el obispo para llevar la Sagrada Eucaristía a los cristianos
            prisioneros por proclamar su fe en Jesucristo. Por la calle se encontró con un
            grupo de jóvenes paganos que le preguntaron qué llevaba bajo su manto y, como
            no  les  quiso  decir,  lo  atacaron  ferozmente  para  robarle  la  Eucaristía,  pero él
            prefirió  morir  antes  que  entregar  tan  sagrado  tesoro.  Cuando  estaba  siendo
            apedreado, llegó un soldado cristiano y alejó a los atacantes; luego, Tarcisio le
            encomendó que llevara la Sagrada Comunión a los encarcelados.

            Este  valiente  joven  murió  feliz  de  haber  podido  dar  su  vida  por  defender  el
            Sacramento y las Sagradas formas donde está el Cuerpo y la Sangre de Cristo.
            Por  tal  motivo,  el  Papa  San  Juan  Damasceno  lo  comparó  con  san  Esteban,
            diácono de la primera comunidad cristiana que fue apedreado por confesar a
            Cristo como el verdadero Dios. Al igual que San Esteban, San Tarcisio murió por
            la causa de Jesús.



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