Page 2 - Nicho del caballo_Neat
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Un extraño llega a la granja




                  Érase  una vez una granja en la que vivían muchos animales. Ha-
                  bían cerdos, gallos, gallinas, vacas, ovejas y conejos. Como lleva-

                  ban tanto tiempo viviendo juntos, habían formado una familia
                  bastante unida y muy particular. Ya se conocían sus berrinches,

                  sus locuras, y hasta la puntica de la lengua no se les escapaba.
                  Una noche de 31 de octubre, un día de aquellos en donde los fan-
                  tasmas de los animales suelen pasear en la tierra, bueno, eso dice

                  la señora cerdo a sus cerditos cuando por algún motivo estos pe-
                  queñines no quieren ir a la cama. Todos, se disponían a descansar,

                  cuando de pronto, escucharon un sonido bastante extraño, Pedro,
                  el gallo refunfuñón se colocó en guardia debajo de los corrales de

                  sus amadas gallinas. Aquel sonido se hacía cada vez màs intenso,
                  todos los animales estaban asustados y muy nerviosos. La mamà

                  cerdo se enlodó con sus cerditos, doña Juana la vaca cayó desma-
                  yada, mientras la oveja y los jóvenes conejos no paraban de sal-
                  tar por todo el granero. De un momento a otro, el sonido cesó y

                  se escuchó como Jacinto el granjero se aproximaba lentamente
                  al granero, sacaba las llaves y las introducía en el cerrojo, el si-

                  lencio, se apodero de la granja y zas se abrió la puerta. Todos
                  quedaron boquiabiertos, cuando vieron entrar a un animal muy,

                  muy, muy raro, nadie jamás lo había visto nunca. Tenía un físico
                  realmente robusto  muy musculoso, magnifico y majestuoso. Ja-

                  cinto el granjero cerró la puerta y dejò a este espécimen en me-
                  dio de aquellos extraños. Inmediatamente Ramona la oveja, quien
                  se creía científica, se levantò de sus aposentos, tomo sus gafas,

                  su delantal y su libreta. Se acercó muy despacio y le dio una
                  vuelta  entera a aquel animal tan extraño. Le pasó la libreta a

                  Humberto el conejo, mientras él lo observaba con sumo cuidado.
                  Poco a poco fue dictándole a su ayudante  todo lo que observaba

                  de  todas aquellas características y rasgos morfológicos del fo-
                  rastero. Cada día que pasaba encontraba algo nuevo que escribir,

                  hasta que por fin dijo en voz alta todo lo que había encontrado.
                  Esta que ven aquí es la cabeza,  es grande, con huesos alargados,
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