Page 7 - Compendio Relatos
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Ahora tengo una mejor relación con lo tecnológico, con la plataforma, y
hasta le he tomado confianza, en realidad es que me he devuelto la
confianza a mí misma, entre pasos y caídas he crecido tecnológicamente
hablando, esto ha sido fabuloso porque de esta herramienta se desprende
la oportunidad de llegar a los pequeños, a los compañeros, a las familias y
a muchos que no conozco pero he podido apoyar desde la línea Aquí estoy
– MEP, línea que desde mi percepción se ha convertido en una oportunidad
para apoyar a otros, para acompañar a la distancia, para hacer valer
nuestra participación desde nuestra especialidad, en este momento de
tanta dificultad para todos, sin importar la edad, género, posición social,
para poner de relevancia la importancia de la escucha atenta, del descifrar
los mensajes ocultos en el decir, de la identificación de los sentimientos, de
la devolución a tiempo, de transmitir que ese otro que llama, al que no
conozco y nunca conoceré me importa y cuenta con migo y lograr derivarle
para su propio bien-estar.
Ha sido todo un reto que un día asumí al elegir dejar de quejarme por el
cambio abrupto en el que la pandemia me clavó sin previo aviso.
Ahora la lucha desde mi propia trinchera, pero a la vez en coordinación con
otras trincheras, las de mis compañeras de equipo, pasamos del diario
compartir y reír a estar cada una en su burbuja, y extraño ese compartir
donde una a la otra alimentaba el día, nutríamos mutuamente el sentir, las
preocupaciones y también reíamos mucho, “nuestras sesiones de risoterapia
privada” así lo viví, tantos años compartiendo juntas da la oportunidad de
leer-se en los gestos, los movimientos y en las palabras detrás de las
palabras… lo dicho y lo no dicho y hasta en lo dicho en lo no dicho…
Y seguimos caminando desde nuestras trincheras, con impulsos, con ánimos,
unas veces nuestros otras veces prestados, pero seguimos caminando,
seguimos haciendo camino, reinventándonos como equipo y en cada
especialidad también.
Y así, con esta nueva vivencia que no sé cuánto tiempo más llevará, queda
seguir caminando, esperando que el sol vuelva a brillar, imponente en
medio del cielo como aquel 11 de julio de 1991, cuando al finalizar el eclipse
total podía ver y escuchar a la gente emocionada en las calles, aplaudir y
gritar con alegría, y a otros más dar gracias a Dios por lo vivido y sobrevivido,
entre tanto rumor que se decía y llenaba de temores a muchos.
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