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Doom

















          Anterior al origen de todo, existía una presencia: una mente primordial, infinita,
          soberbia y de intenciones inescrutables. Cuando el universo se manifestó en un
      estallido, esta inteligencia se fraccionó y diseminó. Dos de sus mayores fragmentos -
      que acabarían denominándose Radiant y Dire - se encontraron a sí mismos contenidos
         en violenta oposición y comenzaron a retorcer toda la creación para servir a su
         conflicto. Cuando la guerra y el cataclismo amenazaron el cosmos emergente, la
         voluntad de un tercer fragmento se dio a conocer. Bautizándose a sí mismo como
           Zet, este intelecto determinó resolver la disonancia y devolverlo todo a una
        perfecta unidad. Paralizado por la naturaleza pugnaz de sus afines, Zet reunió la
          suma de todo su poder. Con súbito fulgor, arrolló a sus hermanos y fusionó a
             ambos aspectos belicosos en una esfera estelar antes de arrojarlos a la
         oscuridad, destinados a orbitar un mundo anodino. La armonía quedó restaurada,
       aunque sólo la fracción más simple de Zet persistió. Fijando su mirada en la prisión,
        Zet escogió usar su atenuado poder para actuar como vigilante centinela hasta el
        fin de los tiempos. Por incontables eones, esta vigilia se mantuvo. La vida floreció
           sobre el mundo inferior, ajena a las amenazas aprisionadas dentro de lo más
         recóndito de la luciente luna, o a los forcejeos de Zet para contenerlas. Con la
           eterna disputa de los cautivos reverberando internamente, la superficie de la
        mazmorra se estremeció, iniciando su progresiva destrucción. El mermado poder de
       Zet probó ser insuficiente para contener la abertura y al final la luna se destrozó.
       Los ancestrales habitantes del calabozo habían escapado para volver a propagar su
             conflicto. Precipitado hasta los límites más lejanos de la existencia por la
        explosión de la mazmorra, Zet sufrió una transformación a manos de las energías
              disonantes de sus antiguos cautivos. Carente ahora de una única forma y
          pensamiento, su presencia había quedado dividida en muchas - algunas menores,
            otras mayores - cada una de ellas conectada a un fugaz arco de consciencia.
       Luchando para reprimir su propia desunión, Zet aceleró hacia el creciente conflicto
           de sus hermanos, dirigiendo sus voluntades fracturadas hacia una conclusión
         singular: los aspectos de la mente primordial deben ser reunidos, o deberán ser
              todos destruidos para evitar que el enfrentamiento se extienda aún más...
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