Page 103 - Lara Peinado, Federico - Leyendas de la antigua Mesopotamia. Dioses, héroes y seres fantásticos
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el País Alto de inmaculados puestos sagrados, es decir, la tierra de
Aratta, comience la construcción para mí. Que la esté haciendo
atractiva como los árboles de seto, que la haga brillar para mí con
rayos multicolores como brilla Utu, el sol, al emerger de su cáma
ra por la mañana, y que haga que los postes ornamentales de las
puertas se abran para mí, jamba tras jamba. Que en todas sus cáma
ras se entonen canciones sagradas y encantamientos, y que se reci
te el sortilegio de Nudimmud.»
Viendo la inexpresiva cara del mensajero, quien, con las cejas
arqueadas, arrugada su frente y los ojos sin pestañear, evidenciaba
extrañeza e ignorancia, el señor Enmerkar hubo de decirle:
— ¡Oye este sortilegio!: «En aquellos días, al no haber serpien
tes, al no haber escorpiones, al no haber hienas, al no haber leo
nes, al no haber perros ni lobos, al no haber cosa alguna que fue
ra pavorosa o pusiera los pelos de punta, la humanidad no tenía
quien se le opusiera. En aquellos días en los países montañosos de
Subartu y Hamazi, siendo Sumer, el gran país de los excelsos me,
un lugar bilingüe, siendo la región de Uri, esto es, Akkad, un país
en el que estaba lo que era apropiado, extendiéndose el país de Mar
tu en pastos seguros, en todo el ámbito del cielo y de la tierra la
humanidad entera podía dirigirse a Enlil, verdaderamente, en una
sola lengua.»
Luego continuó:
— «En aquellos días se suscitó la lucha entre señores, ataques
entre príncipes y guerras entre reyes. Enki, el promotor de aquellas
guerras, fue el causante de las mismas. Además fue él, Enki, el señor
de la abundancia, el señor de la palabra justa, el señor de la inteli
gencia, que preside el país, el sabio entre los dioses, el señor de
Eridu, que distribuye sabiduría, quien puso en sus bocas unas len
guas confusas, habiéndoles instigado a la guerra. Con anterioridad
la lengua de los hombres era única.»
Tras recitarle este sortilegio, gracias al cual Enki, al instituir las
guerras y al dispersar al hombre por la confusión de lenguas, salvó
a la humanidad de un desastre mayor, deseado por Enlil, cansado
de la pesadez de los hombres al molestarle con el machaqueo de
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