Page 118 - Lara Peinado, Federico - Leyendas de la antigua Mesopotamia. Dioses, héroes y seres fantásticos
P. 118

Por  su  parte,  el  señor  de  Kullab,  comprendiendo  aquella  señal
      divina y viendo que la guerra era una cosa inútil, no dejó de demos­
      trar su  sabiduría  al  enviarle  al  señor de Aratta  a  su  campeón, cum­
      pliendo  con  ello las exigencias  que se le  habían solicitado  en tiem­
      pos  pasados. Este  campeón llegó  a Aratta  llevando  en la  cabeza  un
     pequeño  gorro, de color blanco y negro, que le cubría sólo la coro­
     nilla; pero  iba  vestido  con  una  piel  de  león. Así  había  dado  solu­
      ción  a  la  petición  de  un  campeón  de  ningún  color  conocido.  Su
     ingenio  estaba  a la  altura  del  ingenio  del  señor  de Aratta.
        Enmerkar, deseoso  de metales, lapislázuli y  otras  piedras precio­
     sas, envió  también  a Aratta, en  señal  de paz, a  uno  de  sus  músicos
     favoritos, para  que  actuara  en  el  templo  de  Inanna.  Sus  canciones
     complacieron  a  Dumuzi Amaushumgalanna.  Las  letras  y  las  melo­
     días  de  aquellas  canciones,  todas  dulces,  agradables  a  los  sagrados
     oídos, fueron  enseñadas  por  el  cantante  a los  músicos  de Aratta.
        Tiempo  después  envió,  asimismo,  a  una  de  sus  consejeras,  una
     mujer  sabia, ricamente  envuelta  en  un  vestido  blanco, pintados  sus
     ojos  con  khol, peinados  sus lisos  cabellos  negros, para tratar de bus­
     car  una  solución  a  la  petición  de  los  materiales  que  se  precisaban
     en  Uruk,  Kullab  y  Eridu. Tras  cambiar  regalos  e  impresiones  con
     el señor de Aratta, la mujer sabia, de  vuelta a  Uruk, acudió  ante su
     señor y  le  dijo:
        — Mi  señor, que  lleven  a Aratta las  ovejas  con sus  corderos, que
     lleven  a Aratta las  cabras  con  sus  cabritillos, que  lleven  a Aratta  las
     vacas  con  sus  terneros, que  lleven  a Aratta los  asnos  con  sus  potri­
     llos. ¿Qué  tendrá que  decir a eso  el señor de Aratta?  Pues  que  talle
     piedra  y  que  la  apile.  Guando  hayas  hecho  al  señor  de Aratta  tro­
     car  las  piedras  con  tu  riqueza,  haz  que  el  País Alto  llegue  a  saber
     las  cosas  que  deseas. Traerá por  ello  su  oro, su plata, su  lapislázuli y
     sus  piedras  preciosas.
        La  mujer  sabia,  la  consejera  del  señor  de  Kullab,  le  continuó
     diciendo:
        — El  señor  de Aratta  debe  saber  que  su  riqueza  es  el  estaño  y
     el  claro  lapislázuli, es  su  plata, su  oro y sus  piedras. Debe  decírsele:
     «Enlil te ha dado numerosas riquezas. Haz que tus productos desea-


                                -  123  -
   113   114   115   116   117   118   119   120   121   122   123