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EL MISTERIO DE LA BENDICIÓN DE . . . 235
manifestar a sus siervos las cosas que deben suceder
pronto; y la declaró enviándola por medio de su ángel a su
siervo Juan,
que ha dado testimonio de la palabra de Dios, y del
testimonio de Jesucristo, y de todas las cosas que ha visto.
Bienaventurado el que lee, y los que oyen las palabras
de esta profecía, y guardan las cosas en ella escritas;
porque el tiempo está cerca”.
Y ahora, así como Dios obró por medio de Su Ángel: el
Ángel de Jehová en el Antiguo Testamento, ahora Cristo en
el Nuevo Testamento está obrando por medio de Su Ángel,
y lo envía a Juan con la revelación de todas estas cosas que
sucederían bajo el Nuevo Pacto, bajo la Dispensación de la
Gracia y luego bajo la Dispensación del Reino.
El reverendo William Branham hablando de ese Ángel,
dice: “Este Ángel es un profeta. Fue un espíritu de profeta
el que le dio a Juan la revelación del Apocalipsis” [“La
Revelación de Jesucristo”, pág. 15, párr. 112 y 113]; así
como el Ángel de Jehová en el Antiguo Testamento era un
espíritu de profeta: era nada menos que Cristo en Su cuerpo
angelical.
Siempre el cuerpo angelical es un espíritu; y un espíritu
es un cuerpo de otra dimensión, parecido al cuerpo nuestro
de esta dimensión, pero pertenece al mundo invisible; al
mundo invisible pertenece el espíritu del ser humano, que
es un cuerpo de otra dimensión.
Y ahora, Dios es el Dios de los espíritus de los profetas;
y nos dice San Pablo en Hebreos, la lectura que tuvimos
hace algún momento del capítulo 12 el verso 23: