Page 2 - IV Ortografia y Redaccion 5
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Redacción y Ortografía                                                             5° Primaria


                                                 REMEDIO SENCILLO

            Había una vez un rey muy arrogante y guerrero que parecía poseer todo lo que el corazón
            del  hombre  podía  desear.  Era  rico,  poderoso  y  tenía  a  sus  órdenes  innumerables
            ejércitos;  pero,  a  pesar  de  ello,  era  el  hombre  más  desgraciado  del  reino;  pues  su
            infatigable cerebro estaba lleno de ambiciones que no lo dejaban dormir.


            Los más célebres doctores del mundo fueron llamados a su presencia; pero ninguno fue
            capaz  de  curar  el  malestar  del  rey,  el  cual  prometió  la  mitad  de  su  reino  a  quien
            consiguiera hacerle dormir de una manera natural y tranquila; más, advirtiendo que todo
            aquel que intentando la curación fracasara, sería encerrado en la cárcel.

            Una noche, llegó al palacio una hermosa pastora pretendiendo curar al monarca. Este, a
            pesar de la angustia que le dominaba, la miró compasivamente.

            – Vuélvete a tu casa, hermosa niña – le dijo – No es posible que logres lo que los médicos
            más sabios no pudieron lograr.
            – No, no puedo marcharme – respondió la pastora – he venido a curarte.
            – Bien – replicó el rey – pero antes que comiences, dime en qué consiste tu remedio. No
            dudo que será alguna cosa sencilla.
            – Sí – contestó ella – es algo que mi madre me enseñó y aquí lo tengo.
            Y llevando al rey junto a una ventana abierta, señaló el cielo.
            – ¿Qué, has venido a burlarte de mí? – exclamó él – Y llevado por su enojo ordenó que la
            encerraran  en  un  calabozo  oscuro; pero  cuando  vio que  la  inocente  niña  marchaba con
            una dulce sonrisa en los labios, sintió lástima y siguiendo a la pastora pudo ver como esta
            se arrodillaba en el calabozo.


            – Bondadoso Padre – murmuró la niña – enséñale a rezar. Haz que pida el perdón de sus
            pecados y así vivirá feliz.
            El rey, dando un salto, se colocó en la puerta del calabozo, gritando a los guardianes:
            – ¡Desátenla! ¡Pónganla en libertad inmediatamente y déjenla huir!
            Volvió a sus habitaciones, se arrodilló al lado de su cama y juntó las manos como había
            visto hacerlo a la pastora. Sin duda, debió rezar desde el fondo de su corazón, porque
            cuando se acostó, se durmió al punto para despertar a la mañana siguiente.

            Ya no pensó en guerras, ni riquezas, sino únicamente en hacer la felicidad de pueblo.
            –¡Oh! – exclamó – ¡Si yo contara con la ayuda de esa patorcilla, cuánto bien podría hacer!
            Enseguida,  despachó  emisarios  para  que  la  buscaran,  pero  ninguno  logró  descubrir  su
            paradero. El rey se mostró muy preocupado; más, habiendo aprendido a rezar, pudo ya
            dormir y pronto recuperó el poder y la gallardía de su juventud.

            Pasó el tiempo y un día entró en su palacio una joven muy bella, la que dirigiéndose al rey
            le dijo con encantadora sonrisa:
            – ¿Me ha olvidado? Soy la pastora.
            – Te reconocí al instante – respondió el monarca dando muestras de júbilo. Ansiaba verte
            para que vengas a reclamar la mitad de mi reino, que te corresponde. ¡Oh! ¡Si aceptaras
            ser mi hija adoptiva y vinieras a vivir conmigo, me ayudarías a hacer feliz a mi pueblo. Así
            fue y todos vivieron felices, simplemente porque aprendieron a rezar.
            No te olvides de rezar, hijo mío, si quieres dormir en paz y tener sueños felices.










             4  Bimestre                                                                                 -31-
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