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Literatura 5° San Marcos
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Característico de Palma es la oralidad en el estilo. Emplea palabras y giros criollos, además de dichos y proverbios
populares. Asume los moldes del cuento popular. Establece un constante diálogo entre el narrador y el lector,
aludiendo a usos y costumbres peruanos y en especial limeños. El humor y la ironía refuerzan la complicidad con el
lector.
La sátira de Palma es superficial, identificada con la blandura del demos criollo, cuya rebeldía se expresa en el
chiste y el chisme. Representaría una actitud liberal y moderadamente anticlerical. Los sectores conservadores,
representados en especial por Ríva-Agüero, intentaron apropiarse de la figura de Palma, presentándolo como un
nostálgico de la Colonia.
A pesar de su temática, las Tradiciones peruanas carecen de perspectiva histórica, pues no aprehenden los ejes del
devenir nacional, limitándose a rescatar anécdotas aisladas. Mediante el humor se suprime o desdibuja las
contradicciones sociales. A pesar de su liberalismo, contribuyó a crear una imagen idealizada de nuestro pasado
colonial.
Recordemos que la tradición de Palma se sostiene con la leyenda romántica, el cuadro costumbrista, la oralidad y el
humor.
Tradiciones peruanas es el título con el que se conoce el conjunto de los escritos que el escritor peruano Ricardo
Palma publicó en varios años en periódicos y revistas. Se trata de relatos cortos de ficción histórica que narran, de
forma entretenida y con el lenguaje propio de la época, sucesos basados en hechos históricos de mayor o menor
importancia, propios de la vida de las diferentes etapas que pasó la historia del Perú, sea como leyenda o explicando
costumbres existentes. Su valor como fuente histórica es limitado y no confiable. Su valor literario es, sin embargo,
enorme.
Las Tradiciones de Palma tienen características propias, entre otras:
Usan un lenguaje popular repleto de refranes, proverbios, canciones, coplas, entre otros.
Se basan en un suceso histórico que tiene sustento en archivos o documentos.
Palma fue el bibliotecario de la Biblioteca Nacional del Perú.
Tono oral e informal, en muchas ocasiones dialogan con el lector.
Propio del romanticismo, el drama es cargado cuando la narración así lo requiere.
Crítica de las instituciones y costumbres políticas y religiosas de la época, que se escriben
después incluso de interrumpir brevemente la narración antes iniciada.
Al ser relatos cortos, los personajes son diversos.
DON DIMAS DE LA TIJERETA
Cuento de viejas que trata de cómo un escribano le ganó un pleito al diablo
I
Érase que se era y el mal que se vaya y el bien se nos venga, que allá por los primeros años del pasado siglo existía,
en pleno portal de Escribanos de las tres veces coronada ciudad de los Reyes del Perú, un cartulario de antiparras
cabalgadas sobre nariz ciceroniana, pluma de ganso u otra ave de rapiña, tintero de cuerno, gregüescos de paño
azul a media pierna, jubón de tiritaña, y capa española de color parecido a Dios en lo incomprensible, y que le había
llegado por legítima herencia pasando de padres a hijos durante tres generaciones.
Conocíale el pueblo por tocayo del buen ladrón a quien don Jesucristo dio pasaporte para entrar en la gloria; pues
nombrábase don Dimas de la Tijereta, escribano de número de la Real Audiencia y hombre que, a fuerza de dar fe, se
había quedado sin pizca de fe, porque en el oficio gastó en breve la poca que trajo al mundo.
Decíase de él que tenía más trastienda que un bodegón, más camándulas que el rosario de Jerusalén que cargaba al
cuello, y más doblas de a ocho, fruto de sus triquiñuelas, embustes y trocatintas, que las que cabían en el último
galeón que zarpó para Cádiz y de que daba cuenta la Gaceta. Acaso fue por él por quien dijo un caquiversista lo de
Un escribano y un gato
en un pozo se cayeron;
como los dos tenían uñas
por la pared se subieron.
Fama es que a tal punto habíase apoderado del escribano los tres enemigos del alma, que la suya estaba tal de
zurcidos y remiendos que no la reconociera su Divina Majestad, con ser quien es y con haberla creado. Y tengo para
mis adentros que si le hubiera venido en antojo al Ser Supremo llamarla a juicio, habría exclamado con sorpresa: -
Dimas, ¡qué has hecho del alma que te di?
Ello es que el escribano, en punto a picardías era la flor y nata de la gente del oficio, y que si no tenía el malo por
donde desecharlo, tampoco el ángel de la guarda hallaría asidero a su espíritu para transportarlo al cielo cuando le
llegara el lance de las postrimerías.
Compendio -39-