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Literatura 2° Secundaria
OLLANTAY: Aborrezco a este agorero que cuando abre la boca sólo anuncia negros sucesos y vaticina
el infortunio.
PIQUI-CHAQUI: (Como entiendo que el brujo oiga a Ollantay): ¡Calla, no hables, no pienses! El sabe mejor que
tú lo que sientes hacia él...
Huilca–Uma ve a Ollantay y a él se dirige. Ollantay va a su encuentro.
OLLANTAY: Te brindo mi respeto, noble Huilca–Uma y te ofrezco mi veneración.
HUILCA-UMA: A tus pies tienes los Andes, poderoso Ollantay y te aseguro que necesitarás de todo tu
valor para contenerlos.
OLLANTAY: Para ti no hay nada oculto, bien lo sé. Veamos cómo ha de ser eso...
HUILCA-UMA: ¿Me pides una predicción?
OLLANTAY: Tiemblo al mirarte y al ver todo lo que llevas contigo: cenizas, cimiento, adobes, vasos,
cestos...
¿Para qué, si todavía no llegó la fiesta? ¿Está enfermo el Inca?
HUILCA-UMA: ¿Qué te propones al interrogarme así?
OLLANTAY: Ya te he dicho que estoy temeroso. Mi ánimo es cobarde y necesito de tu consejo aunque
tus palabras me anuncien la desgracia.
HUILCA-UMA: Bien sabes que te estimo y que por eso estoy aquí. Dime la razón de tu quebranto. Iré
donde tú quieras, como la paja brava batida por el viento. Hoy mismo te ofreceré la dicha o
el veneno para que escojas entre la vida y la muerte.
OLLANTAY: Desata pronto esa enredada madeja, Huilca–Uma. Si has adivinado mi congoja, explícame
claramente mi destino.
HUILCA-UMA: (Calmo, dueño de sí): Helo aquí. Escucha lo que mi ciencia ha descubierto...
PIQUI-CHAQUI: Señor...
OLLANTAY: (Irritado por la interrupción): ¡Vete! ¡No necesito de tu ayuda!
Piqui–Chaqui se retira y se tiende al lado de una peña). Continúa, Huilca–Uma.
HUILCA-UMA: Te conozco desde niño, Ollantay. Sé que gobernarás el Antisuyo, porque el Inca te ama
hasta el extremo de compartir contigo su poder. Entre todos te ha elegido. Serás uno de
sus generales predilectos porque sabe de tu lealtad y tu valor. Contéstame ahora, aunque
se te ahoguen las palabras en la garganta...
OLLANTAY: ¿Qué deseas saber?
HUILCA-UMA: (Pensativo): Respóndeme, Ollantay, sin vacilar. ¿No intentas seducir a la princesa Cusi
Coyllur?
OLLANTAY: (Desorientado y con desesperación): ¿Quién te lo ha dicho? ¿Quién te lo ha dicho? Sólo mi
madre participaba del secreto y ahora tú también lo conoces...
HUILCA-UMA: El Inca no comprenderá jamás esa pasión. Ama demasiado a Cusi-Coyllur y si sospecha que
la pretendes estallará su ira con la violencia de la tempestad.
(Pausa). ¿Acaso deliras por ser Inca?
OLLANTAY: No es a la realeza a lo que aspiro. (Pausa). Mi conciencia me dice que yo mismo he sido la
causa de lo que me acontece. (En tono de súplica). ¿Me abandonarás en este trance?
HUILCA-UMA: ¡Cuántas veces bebemos la muerte en vasos de oro! El hombre es temerario y la temeridad
se paga con la vida.
OLLANTAY: En tus manos hay cuchillo... Bien, quítame la vida. Aquí estoy a tus pies. (Se hinca).
HUILCA-UMA: No es necesario ese remedio. Abandona tu amorosa inquietud, olvida a esa mujer que te
está vedada...
OLLANTAY: (Poniéndose de pie): Te revelaré todo mi secreto. El lazo en el que estoy atrapado no puede
ser roto. Mi propio crimen será mi verdugo. (Pausa). Sí, Cusi–Coyllur es mi esposa. Soy ya
de su sangre y de su linaje y su madre lo sabe...
HUILCA-UMA: ¿Qué dices? ¿Has profanado la estirpe del Inca? ¡Pobre de ti!
OLLANTAY: (Suplicante): Ayúdame a hablar a Pachacútec. Condúceme ante él e intercede por mí. Que
vea mi infancia, oscura pero recta, que mire mis pasos de hombre y los cuente uno a uno.
Me postraré ante él y le pediré clemencia con todas las fuerzas de mi alma.
HUILCA-UMA: Ve solo, Ollantay. Por más que te desesperes, muy poco será lo que tendrá que decir. De
todas maneras, dondequiera que esté yo podré influir para que salgas con bien de esta
prueba.
OLLANTAY: (A sí mismo): No temas, Ollantay. Eres valiente y el miedo no te debe doblegar.
¡Cusi–Coyllur, tú has de protegerme! (Mirando a todos lados). ¿Dónde está Piqui–Chaqui?
HUILCA-UMA: Míralo allí, dormido junto a aquella piedra.
OLLANTAY: ¡Piqui–Chaqui, despierta!
PIQUI-CHAQUI: ¡Oh! ¡He tenido una pesadilla!
OLLANTAY: ¿Pesadilla? ¿De qué clase?
PIQUI-CHAQUI: De mal agüero.
OLLANTAY: ¿Qué soñaste?
PIQUI-CHAQUI: Que era una llama y que estaba atada por el cuello.
OLLANTAY: ¿Qué más?
PIQUI-CHAQUI: Alguien tiraba de la cuerda y el cuello se me estiraba. Eso no es nada agradable...
OLLANTAY: ¡Déjate de impertenencias! ¡Ahora vamos a ver a Cusi Coyllur!
PIQUI-CHAQUI: Pero si es una estrella, ¿cómo quieres verla de día?
OLLANTAY: ¡Vamos!
(Salen los dos, Huilca–Uma los ve partir. Luego reanuda su marcha lentamente).
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