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Religión 1° Secundaria
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SEMANA
CONCEPTO CLAVE: «Si decimos: ‘no tenemos pecado’, nos
engañamos y la verdad no está en nosotros»
(1 Jn 1,8).
En el Bautismo recibimos los cristianos la “vida nueva” he hijos
de Dios. Pero esta vida nueva no suprime la fragilidad humana
ni la inclinación al pecado. Por eso, Jesucristo instituyó el
sacramento de la penitencia, para los que después del
Bautismo cayeran en pecado grave, tuvieran la posibilidad de
convertirse de nuevo y de recuperar la vida de la gracia.
“… exhaló su aliento sobre ellos y les dijo: Recibid el Espíritu
Santo a quienes les perdonéis los pecados les quedan
perdonados; a quienes se los retengáis les quedan retenidos”
(Juan 20,22-23)
Sólo Jesucristo por ser Dios tiene el poder de perdonar los
pecados, como ya vimos antes en la escena del paralítico (Mc
2,1-12). Pero él quiso otorgar este poder a los apóstoles y a
sus sucesores para que lo ejercieran en su nombre. La Iglesia
ejercita en su nombre. La Iglesia ejercita este poder de Cristo cuando administra el sacramento de la
penitencia por medio de los sacerdotes.
El sacramento de la Penitencia o de la Reconciliación produce en quién lo recibe unos efectos
importantísimos:
1. Nos reconcilia con Dios, a quienes hemos ofendido con nuestros pecados.
2. Nos reconcilia con la Iglesia, a la que también hemos dañado.
3. Nos perdonan la pena merecida por nuestros pecados.
4. Nos devuelve la paz de la conciencia.
5. Nos aumenta la gracia y las fuerzas espirituales para la lucha cristiana.
Textos bíblicos:
(Lucas 6:36-37) Sean misericordiosos, como el Padre de ustedes es misericordioso. No juzguen y no serán
juzgados; no condenen y no serán condenados; perdonen y serán perdonados.
(2 Corintios 5:18-20) Y todo esto procede de Dios, que nos reconcilió con él por intermedio de Cristo y nos
confió el ministerio de la reconciliación. 19 Porque es Dios el que estaba en Cristo, reconciliando al mundo
consigo, no teniendo en cuenta los pecados de los hombres, y confiándonos la palabra de la reconciliación. 20
Nosotros somos, entonces, embajadores de Cristo, y es Dios el que exhorta a los hombres por intermedio
nuestro. Por eso, les suplicamos en nombre de Cristo: Déjense reconciliar con Dios.
(Romanos 2:3-6) Tú que juzgas a los que hacen esas cosas e incurres en lo mismo, ¿acaso piensas librarte
del Juicio de Dios? 4 ¿O desprecias la riqueza de la bondad de Dios, de su tolerancia y de su paciencia, sin
reconocer que esa bondad te debe llevar a la conversión? 5 Por tu obstinación en no querer arrepentirte,
vas acumulando ira para el día de la ira, cuando se manifiesten los justos juicios de Dios, 6 que retribuirá a
cada uno según sus obras.
4 Bimestre -183-
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