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go,llamó mi atención su queja respecto a que tenía dolor de cabeza “con   “¿Por qué no fue examinada antes?”, “¿Por qué nadie le dio impor-
 zumbidos”, dijo, lo que difería de lo anotado en la historia clínica, por   tancia a lo que ella decía?”, “¿Y si hubiera sido mi abuela?”, no en-
 parte del personal auxiliar. De inmediato, tomé la presión, la misma que   cuentro las respuestas; sin embargo, ahora soy mejor porque ella me re-
 estaba sumamente elevada, motivo por lo que ese mismo instante propor-  cuerda todo el tiempo lo que no tiene que hacerse al momento de una
 cioné medicación para que alivie su malestar. No obstante, seguí investi-  consulta, empezando por dejar de lado prejuicios y supuestos.
 gando, lo cual generó increíbles hallazgos, transformando el cuadro por   Para finalizar, a ti que lees esta historia, en cualquier fase del proceso
 completo. Indicó que llevaba meses estreñida, sin poder realizar el acto   de formación médica en que te encuentres, te pido que jamás olvides
 de evacuación, y que, cuando podía, el dolor era insoportable, acompa-  que hay una familia atrás de ese paciente que llega a la consulta por una
 ñado de sangre y mal olor.   molestia o a retirar su medicación. Entonces, una pregunta más: “¿Si yo
 Allí apareció la primera reflexión, sin juicio o crítica, pensando en   hubiera sido ella, qué clase de profesional me habría atendido?”
 consultas  anteriores:  “¿Cuántos habrán pensado que,  al  ser adulta
 mayor, esa situación era normal, dado que el intestino no funciona de
 igual manera y que lo más probable es que haya sido constipación, con   Autora: Md. Lissy Cañarte Mero.
 hemorroides u otras consideraciones como infección de vías urinarias o
 una colitis?” Claro, acompañado de un tratamiento de lactulosa al 65%,
 con diez mililitros cada ocho horas, con algún antibiótico, mucho líquido
 y alimentación rica en fibra. Volví a pensar en segundos: “Con quince mi-
 nutos de tiempo cronometrado, en unidad pública, es imposible examinar
 al paciente a profundidad y como los síntomas indican lo más probable,
 se asume aquello”. Estaba absorta.
 Ese día, en su mirada, vi la misma tristeza que la otra mujer mostró
 donde mi tía años atrás; entonces, no solo le di las medicinas por las
 cuales acudió, sin las indicadas para la constipación por supuesto, sino
 que le pedí que me señale el lugar, fuente de su dolor. Sin pena, ni ver-
 güenza, bajó su falda, se acostó en la camilla y me mostró su área anal,
 siendo  evidente una  masa  de  diez  centímetros,  aproximadamente,  la
 misma que imposibilitaba la deposición. Así es, el cuadro era otro, y la
 probabilidad de una patología maligna era mas cercana.
 Me agradeció por examinarla, ya que, en ocasiones previas pese a
 haber manifestado sus molestias a los médicos que le entregaban “las
 pastillas”, jamás había sido revisada. Por esto, insto nuevamente a tener
 siempre presente que, más allá de la edad, condición socioeconómica,
 el tiempo asignado para la consulta o cualquier otra circunstancia, el ser
 humano está primero, y que en cada uno de los que acuden a consulta, se
 revive el juramento realizado y mantiene vivo el recuerdo de por qué se
 eligió esta profesión, lo que significa, de manera irrefutable, ponerse en el
 puesto del otro, entender lo que le sucede y que vale todo el esfuerzo que
 se puede hacer para salvar la vida o aliviar dolencias y malestares.  Ser
 médico significa ejercer de manera responsable e íntegra, no solo cumplir
 un horario o un índice de atenciones cotidianas; de ahí que siempre será
 importante un examen físico para mejorar el diagnóstico, uso de semio-
 logía, entre otras cosas.
 Siempre pienso en ella y las preguntas en mi cabeza son recurrentes:
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