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Históricamente cada vez que la civilización
entra en crisis los grandes relatos de la
ciencia, la religión, la razón, el mercado,
tienden a derrumbarse, pero el arte
encuentra el impulso al ser el único espacio
que no se derrumba sino que se fortalece,
mientras que en los momentos de estabilidad
tiende a la decadencia.
Ante la ausencia de espacios de salud mental,
ante la crisis de los sistemas sanitarios, ante
la escases de modelos de atención
comunitarios y adecuados a la cultura de los
sujetos, el arte en expansión y desarrollo en
medio de la crisis, aparece como un factor de
salud mucho más efectivo que cualquier otra
alternativa propuesta, y esto plantea, en
primer lugar las preguntas sobre qué
finalmente determina la salud mental y
segundo el valor del hecho artístico en la
sociedad, no sólo en función del mundo
mismo del arte, sino para toda la dinámica
humana en general, no quiere decir esto que
se proponga una instrumentalización del
arte, sino abrir la puerta a las personas a la
posibilidad de hacer, desarrollar y apreciar
el arte como un bien universal de lo humano.
Ernesto Flores Sierra
