Page 19 - LIBRO ERNESTO
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múltiples secretos que seguramente guarda su corazón. Es su sagrada
intimidad y le pertenece. Eso sí, me quedó claro que supo manejar con
inteligencia y responsabilidad los frutos de todos sus amoríos.
Su férrea personalidad no es un secreto. Es el arma que le permitió
afianzar su carrera, en un mundo tan convulsivo, egoista y traicionero,
como es el que circunda al fútbol. Ernesto jamás se dejó mangonear
por los dirigentes. Siempre fue el dueño absoluto del vestuario. Los
jugadores a su mando lo respetaron a rajatabla. No era un dictador,
pero a la hora de trabajar no brindaba concesiones. Por eso, más sus
profundos conocimientos, logró vender una imagen respetada, muy
valorada, que despedía vientos que soplaban hacia el éxito.
La primera clarinada grande de su carrera como DT, lo cobijó en
1968, armando un equipazo que ganó de punta a punta el campeonato
nacional de ese año. Del brazo de la percepción, otro de sus grandes
atributos para ‘parar’ equipos competitivos se marchó al sur del
Continente para buscar refuerzos foráneos en Uruguay y Argentina.
La misión no cuajó en Argentina, porque los precios estaban altos y
muy lejos del alcance del bolsillo de Ney Mancheno que se embarcó
junto a Ernesto con 5 mil dólares, un presupuesto modesto del que
también tenían que salir los gastos de hospedaje y alimentación.
Ernesto, vivo, despierto y canchero como siempre fue, buscó asesoramiento
para aclarar ese mundo de tinieblas, que en aquellos tiempos de escasa in-
formación, eran propicios para terminar contratando ‘paquetes’, apurados
por la urgencia, influenciados por las voces de los ramilletes de sapos que
juraban que cualquier aparecido era un gran jugador y sobre todo, porque
con un puñado de dólares, era una obra de magia pegarle al blanco.
No sabían que engañar a Guerra, era una misión imposible, era como
tratar de robarle los ‘huevos al águila’.
Y pegó pleno. En largas conversaciones con Juancito López, el técnico
que lo inspiró y más admiró, el hombre que desde la banca de la
selección uruguaya, provocó el Maracanazo de 1950, más los consejos
Memorias de un triunfador 19