Page 85 - LIBRO ERNESTO
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Capítulo 4
Retorné a la capital más tranquilo y más maduro. Pero perdí mis
suculentos ingresos, porque me ganó el sentimentalismo que tenemos
todos, menos los jugadores argentinos. A los brasileños si les llama su
tierra. Sienten, lo que ellos conocen como las ‘saudades’, que no es otra
cosa que extrañar lo de uno. Yo ya tenía un hijo que se quedó con su
madre en Quito y estaba esperando la llegada del segundo. Ya estaba
casado y extrañaba a la familia.
La unión matrimonial con Luz América Mendoza que fue el pilar espiritual de su carrera.
Seis décadas han permanecido juntos. La fotografía capta la fiesta de las Bodas de Oro.
Siempre trabajé para mi familia, pero lo más interesante es vivir con
ella. El fútbol me aisló en pronunciados períodos, pero ahora la vida me
retribuye porque puedo entregarles todo el tiempo que quieran. No me
arrepiento de haberles quitado mi presencia, porque tuve una señora
maravillosa, Luz América, que supo manejar el hogar con admirable
paciencia y entrega total. Ahorrábamos, pagábamos la educación de
mis hijos, el vestuario, la alimentación, las medicinas. Todo de primera
calidad, sin escatimar un centavo.
Memorias de un triunfador 85