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En neblinas de vapor
van pasando ante mis ojos
los sopores de Asia...
Siento que anda por mi sangre
el espíritu de las uvas
del Mediodía...
y cuando los alambiques de la orquesta
dejan de filtrar
el alma ebria
-que le da por tornasolarse
en el azul de los sueños-
se interna por la callejuela tortuosa
de un cuadrito
colgado a la pared.
DEDICACIÓN
Este poema “la música” va dedicado a Felipe Mariño, ya que conozco su amor y gusto
por la música, lo identifique mucho a la hora de leer este poema ya que sé que para él la
música le recorre por las venas y le mejora su ambiente, vive y muere por la música sin
importar el género o el ritmo a él la música lo domina, lo hace expresarse “entonces
todo es más amplio y como sin orillas...” la música no tiene límite, no se ve su
horizonte, es infinita y sé que el percibe la música de esta manera y sé que recorre todo
su mundo, su cuerpo, su alma y su corazón.
La música:
En el rincón
oscuro del café
la orquesta
es un extraño surtidor.
La música se riega
sobre las cabelleras.
Pasa largamente
por la nuca
de los borrachos dormidos.
Recorre las aristas de los cuadros
ambula por las patas
de los asientos
y de las mesas
y gesticulante
y quebrada
va pasando a rachas
por el aire turbio.
En mi plato