Page 27 - ANTOLOGÍA POÉTICA
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Bajo nombres distintos –en vano– se ocultaba siempre,
                  y siempre, aun creyéndola cerca, se le iba de las manos.
                  Hubo hace tiempo un hombre que en amables mitos
                  infantiles revelaba a sus hijos las llaves y el camino de un castillo escondido.
                  Pocos lograban conocer la sencilla clave del enigma,
                  pero esos pocos se convertían entonces en maestros
                  del destino.
                  Discurrió largo tiempo –el error nos aguzó el ingenio–
                  y el mito dejó ya de ocultarnos la verdad.
                  Feliz quien se ha hecho sabio y ha dejado su obsesión
                  por el mundo, quien por sí mismo anhela la piedra
                  de la sabiduría eterna.
                  El hombre razonable se convierte entonces en discípulo
                  auténtico, todo lo transforma en vida y en oro no necesita ya los elixires.
                  Bulle dentro de él el sagrado alambique, está el rey en él,
                  y también Delfos, y al final comprende lo que significa
                  conócete a ti mismo.



                   Himnos de la noche : Himno 2




                  ¿Tiene que volver siempre la mañana? ¿No acabará jamás el poder de la Tierra?
                  Siniestra agitación devora las alas de la Noche que llega.
                  ¿No va a arder jamás para siempre la víctima secreta del Amor?
                  Los días de la Luz están contados;
                  pero fuera del tiempo y del espacio está el imperio de la Noche.
                  –El Sueño dura eternamente. Sagrado Sueño.– No escatimes la felicidad
                  a los que en esta jornada terrena se han consagrado a la Noche.
                  Solamente los locos te desconocen, y no saben del Sueño,
                  de esta sombra que tu, compasiva,
                  en aquel crepúsculo de la verdadera Noche
                  arrojas sobre nosotros.
                  Ellos no te sienten en las doradas aguas de las uvas,
                  en el maravilloso aceite del almendro
                  y en el pardo jugo de la adormidera.
                  Ellos no saben que tú eres
                  la que envuelves los pechos de la tierna muchacha
                  y conviertes su seno en un cielo,
                  ellos ni barruntan siquiera
                  que tú,
                  viniendo de antiguas historias,
                  sales a nuestro encuentro abriéndonos el Cielo
                  y trayendo la llave de las moradas de los bien- aventurados,
                  de los silenciosos mensajeros de infinitos misterios.




                  EL POEMA
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