Page 85 - Rassinier Paul La mentira de Ulises
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RASSINIER : La mentira de Ulises
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Cuando el abate Ploton empieza a hablar de la emblemática de los detenidos, encuentra
ocho categorías sin darse cuenta de que realmente hubo unas treinta y de que es incompleto.
Cuando habla del régimen del campo, escribe:
«Uno de los medios más eficaces y más innobles de degradación moral
inspirada en las consignas de Mein Kampf es el de confiar la policía del campo a
algunos presos escogidos de manera casi exclusiva entre los alemanes.» (Página
28.)
pues no sabe que este procedimiento innoble es utilizado en todas las prisiones del mundo
(
precisamente parque es eficaz, y lo era mucho antes de que Hitler escribiese Mein Kampf )
1
¿Es necesario recordar que en el Dante no vio nada de Albert Londres se determina la parte de
Francia en su aplicación a sus prisiones y presidios?
Sobre la duración de las formaciones, que afectó a todos los presos, él da la siguiente
explicación:
« Esperamos a que las cifras sean comprobadas, trabajo laborioso cuya
duración depende del talante del Rapport-Führer de la S.S.» (Página 59.)
Pues bien, si la duración de las formaciones dependía del talante del Rapportführer de
la S.S., también dependía de la gente encargada de establecer diariamente la situación de los
efectivos. Entre ellos, estaban los de la S.S., que generalmente sabían contar, pero había
también y sobre todo presos analfabetos o poco menos, que sólo se habían convertido en
secretarios o contables de la Arbeitsstatistik por recomendación. No hay que olvidar que el
empleo de cada preso en un campo de concentración estaba determinado por su maña y no por
su capacidad. En Dora, coma en todas partes, se encontraban albañiles que eran contables, los
contables eran albañiles o carpinteros, los carreteros médicos o cirujanos, e incluso podía
suceder que un médico o un cirujano fuesen ajustadores, electricistas o terraplenadores. ( )
2
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Respecto a las inyecciones, el abate Robert Ploton se coloca entre la opinión general:
«Sin embargo la enfermería tuvo que extenderse y multiplicar sus
barracones por la ladera de la colina. Los tuberculosos incurables terminaban allí su
pobre existencia bajo el efecto de una inyección eutanásica.» (Página 67.)
lo cual es falso. ( )
3
Salvo estas observaciones, a este testigo improvisado no le ofusca la manía de
exagerar. Está solamente abrumado por una experiencia que le rebasa. Y las inexactitudes de
que se ha hecho culpable son de mener tamaño en comparación a las del hermano Birin: por
eso es bastante menor su trascendencia.
El afán de objetividad obligaba sin embargo a señalarlas.
1
Véase en el apéndice a este capítulo "La disciplina en la prisión central de Riom en 1939" por Pierre Bernard,
que estuvo internado en ella, y "en las prisiones de la "Liberación", un testimonio comunicado por A. Paraz.
2
Véase la primera parte la página 99.
3
Véase la página 150.
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