Page 3 - LOS PROTOCOLOS DE LOS SABIOS DE SION
P. 3

Gracias a la debilidad actual de todos los gobiernos, el nuestro será más duradero que
              cualquier  otro,  porque  será  invencible  hasta  el  último  momento,  y  quedará  tan
              profundamente arraigado que no habrá astucia que pueda causar su ruina...

              De todos los males más o menos transitorios que hasta hoy nos hemos visto obligados a
              causar, nacerá el bien de un gobierno inconmovible que restablecerá la marcha normal
              del mecanismo de la existencia nacional, perturbada por el Liberalismo. El éxito justifica
              los medios. Pongamos la atención en nuestros proyectos, pero fijándonos menos en lo
              bueno y lo moral que en lo necesario y en lo útil.

              Tenemos  delante  de  nosotros  un  plan  en  el  que  están  estratégicamente  expuestos  los
              lineamientos de los que no podemos desviarnos sin peligro de ver destruidos el trabajo de
              muchos siglos. Para encontrar los medios que conducen a este fin, debemos tomar en
              cuenta la cobardía, la volubilidad, la inconstancia de las multitudes; su incapacidad para
              comprender  y  valorizar  las  condiciones  de  su  vida  y  de  su  bienestar.  Es  necesario  no
              perder de vista que la fuerza de las multitudes es ciega e insensata; que no discurren, que
              oyen lo mismo de un lado que del otro. Un ciego no puede guiar a otro sin caer ambos al
              precipicio.

              Pues  de  igual  manera  los  hombres  de  las  turbas,  salidos  del  pueblo,  aunque  estén
              dotados de un genio singular, les hace falta comprender la política y no pueden intentar
              con  éxito  dirigir  a  los  demás  sin  causar  la  ruina  de  una  nación.  Sólo  un  individuo
              preparado  desde  su  niñez  a  la  autocracia  puede  conocer  el  lenguaje  y  la  realidad
              políticas.  Un  pueblo  abandonado  a  sí  mismo,  es  decir,  puesto  en  manos  de  un
              advenedizo, se arruina por las discordias de los partidos que excitan la sed del mando y
              por los desórdenes que de esto se originan.

              ¿Pueden por ventura las turbas populares razonar serenamente, sin rivalidades intestinas
              y dirigir los asuntos del Estado, que no pueden ni deben confundirse con los intereses
              personales?  ¿Pueden  defenderse  contra  los  enemigos  de  fuera?.  Esto  es  imposible.
              Cualquier  plan  dividido  entre  tantas  cabezas  como  son  las  de  las  multitudes,  resulta
              ininteligible                                  e                                    irrealizable.

              Sólo un autócrata puede elaborar planes vastos y claros; dar a cada cosa el lugar que le
              corresponde en el mecanismo de la máquina del gobierno. Digamos, pues, en conclusión,
              que para que un gobierno pueda ser útil al pueblo y alcanzar el fin que se propone, debe
              estar centralizado en las manos de un individuo responsable. Sin el despotismo absoluto,
              la civilización es. imposible; la civilización no es obra de las masas, sino del que las dirige,
              sea éste el que fuere. La multitud es un bárbaro que en todas las ocasiones demuestra su
              barbarie. Tan pronto como las turbas arrebatan su libertad, ésta degenera en anarquía,
              que es el más alto grado de barbarie.

              ¡Ved  esos  animales  ebrios  de  aguardiente,  embrutecidos  por  el  vino,  esos  hombres  a
              quienes al mismo tiempo que se les ha dado la libertad se les ha concedido el derecho de
              beber     hasta      ahogarse!      Nosotros      no     podemos        permitir    que      los

              Los  pueblos  Gentiles  están  idiotizados  por  el  alcohol  y  los  licores;  su  juventud
              embrutecida  por  los  estudios  clásicos  y  el  libertinaje  precoz  al  que  la  han  empujado
              nuestros  agentes-maestros,  criados,  gobernantes,  en  las  casas  ricas;  otros  agentes
   1   2   3   4   5   6   7   8