Page 154 - Mahabharata
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               reflejaba los sentimientos de su corazón. De repente oyó a alguien a su lado, era Krishna
               que se había atravesado la multitud hasta llegar a su lado. Krishna le dijo:

                   —Amigo mío, tu expresión no corresponde al atuendo que vistes. Arjuna le re-
               spondió:
                   —Por favor Krishna no te burles de mí, ¿quién es ella? ¿quién es esa bella mujer que
               acaba de pasar? Krishna contestó:
                   —Es Subhadra, la hermana de Sarana. Es mi media hermana. Si estás interesado en

               ella, puedo decírselo a mi padre.
                   Arjuna estaba muy feliz de saber que la mujer que había estado amando sin haberla
               visto jamás era en verdad tan bella como se decía. Y dijo:
                   —Mi Señor, dejo en tus manos este problema, para que seas tú quien dé la solución.
               Yo amo a tu hermana; dime cómo puedo hacerla mía. Quiero casarme con esta muchacha.
               Tú tienes que hacerlo posible.

                   Krishna se echó a reír y luego le dijo:
                   —Mi querido Arjuna, tú sabes que hay matrimonios de muchas clases, pero el más
               maravilloso es aquel que se realiza entre dos seres que se aman. Si consigues que mi
               hermana se enamore de ti, entonces, podrás llevártela a Indraprastha y casarte con ella.
               Este es el método más frecuente entre los kshatryas. Ahora, para lograrlo, debes ir y
               sentarte en el patio del templo, darás mejor impresión si estás absorto en meditación:
               esto no te será difícil ya que tienes algo agradable en lo que puedes meditar. El resto
               vendrá por añadidura. Recuerda, Arjuna: no debes perder la calma.

                   Arjuna hizo exactamente lo que le había dicho Krishna. Fue y se metió en medio
               de la muchedumbre de los héroes Vrishnis. Ya habían acabado las adoraciones en el
               templo y Subhadra junto con sus doncellas se había ido. Balarama, Kritavarma, Samba,
               Sarana, Pradyumna y Gada, junto con otros que caminaban alrededor del templo, vieron
               al yati sentado en el patio bajo un árbol sumergido en profunda meditación. Sus ojos
               estaban cerrados, y Balarama quedó grandemente impresionado por la personalidad
               de aquel joven yati de aspecto tan puro y sobrenatural, con su bello rostro y el cuerpo
               cubierto de cenizas sagradas. Sus ojos cerrados daban un toque de misterio a toda
               aquella imagen. Sin embargo, Arjuna estaba muy nervioso y temía que en cualquier
               momento le descubrieran y le desenmascararan, pero no fue así. Krishna le había dicho
               que no perdiera la calma. Así pues poco a poco abrió sus ojos y se encontró a Balarama
               de pie, delante de él con las manos juntas en actitud de adoración. ¡Había ocurrido el
               milagro! ¡No le habían reconocido! Balarama se postró ante el yati. Le dio la bienvenida
               a Dwaraka y le dijo:
                   —¿Qué piensa hacer vuestra santidad? ¿De dónde ha venido? ¿Qué podemos hacer
               para que os sintáis cómodo?
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