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ello. Una vez que obtengamos su permiso en la asamblea, le podremos decir más tarde
la verdadera razón. Así cumpliremos nuestro deseo.
Sakuni, como de costumbre, aprobó el plan con entusiasmo. Juntos rieron a carcajadas
y después de estrecharse las manos unos a otros, se dirigieron a la corte del rey con la
inocua sugerencia del Ghoshayatra. El rey estaba en la corte y consiguieron su permiso.
Más tarde le contaron la verdadera razón. Al rey no le gustó, porque pensaba que era
demasiado arriesgado. Les dijo:
—Los pandavas os atacarán y se vengarán de vosotros. Ya habéis oído que Arjuna ha
incrementado su poder. Vuestra idea es una locura y no me gusta; no vayáis allí.
Sakuni se rió de sus temores y le dijo;
—Ya sabes que Yudhisthira es muy justo y también lo son sus hermanos, no nos harán
daño.
Finalmente, el rey les dejó irse aunque de mala gana.
Capítulo XVIII
UN GANDHARVA CAPTURA A DURYODHANA
OS kurus emprendieron su marcha hacia Dwaitavana. La vanguardia la formaban
L Radheya, Sakuni, Dussasana y Duryodhana, los cuales estaban muy contentos y
entusiasmados. Les seguía un gran séquito; con ellos iban sus esposas y sus siervos.
Llegaron a un lago muy hermoso en Dwaitavana, acamparon allí y comenzaron la
inspección de las vacas, la cual acabó muy pronto. El rey Duryodhana distribuyó regalos
y riquezas entre los pastores, tras lo cual comenzaron a cazar en el bosque, tratando de
pasar una grata jornada. Luego, por medio de los espías de Duryodhana se enteraron de
que los pandavas habían abandonado el Kamyaka y habían ido a Dwaitavana. Entonces
decidieron irse a nadar al lago, mientras los pandavas estaban en sus proximidades.
Duryodhana fue al lago con todas sus mujeres.
El lago ya había sido ocupado por un gandharva que había ido allí con su comitiva.
Los sirvientes de Duryodhana se lo comunicaron al rey, le contaron que el lago ya había
sido ocupado por el gandharva. Duryodhana estaba muy molesto y mandó decir al
gandharva que el rey de los kurus había llegado con sus reinas y que el lago tenía que
ser desocupado. Los sirvientes llevaron las órdenes al gandharva, pero éste no les prestó
la más mínima atención y riéndose les dijo:
—Decidle a ese estúpido rey vuestro que no tengo porqué obedecerle. Vuestro rey
parece que piensa que los ciudadanos del cielo tienen que obedecer sus órdenes. En
cuanto a vosotros, iros rápidamente de aquí si apreciáis vuestras vidas. Iros y decidle a
vuestro rey lo que os he dicho.