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Abhimanyu no tenía tiempo para pensar, tenía que luchar. Cogió su espada y su
escudo y saltó de su carro. Saltó hacia ellos con la intención de matarles. Drona,
viéndole tan furioso, con sus afiladas flechas cortó la empuñadura de su espada. Radheya
disparó sus flechas al escudo del joven y lo rompió en pedazos. El joven guerrero estaba
ahora sin arco, sin carro, sin espada y sin escudo. Estaba completamente indefenso y
completamente a la merced de seis hombres crueles que estaban decididos a matarle.
Abhimanyu pensó durante un momento en su padre y sólo lamentaba una cosa, que
no podría ver el orgullo en sus ojos cuando oyera relatar su maravillosa hazaña. Pensó
en su madre, la hermosa Subhadra, y sus pensamientos eran tristes. Sabía que su corazón
se rompería, pensó en Krishna. Para él era mala suerte el no poder ver a su padre y a su
tío antes de morir. Yudhisthira y Bhima aparecieron en su mente. Pobres tíos, hicieron
todo lo que pudieron para llegar a él, pero no les fue posible. Jayadratha se interpuso
en su camino; sí, Jayadratha. Su padre mataría a Jayadratha en cuanto se enterase de
esto. Yudhisthira se horrorizaría por el crimen que se iba a cometer en el campo de
Kurukshetra, pero cuando llegara el momento, se vengaría su muerte. Esos seis héroes
se arrepentirían de su cobarde ataque.
Abhimanyu estaba indefenso, fue hacia su carro y cogió la rueda de su carro en sus
manos, haciéndola girar alrededor de su cabeza. Con su cuerpo herido por las flechas
de sus enemigos, empapado de sangre y con su rostro brillando de ira, total desprecio y
orgullo, el joven guerrero permaneció en medio de ellos con la rueda del carro en sus
manos. Parecía el Señor Vishnu. Les dijo:
—Todavía estáis a tiempo, os estoy dando a todos una oportunidad de redimir
vuestro honor, venid a luchar conmigo, venid uno a uno, lucharé con vosotros. Venid
uno a uno. Puedo luchar con cada uno de vosotros, venid. —Mientras estaba diciendo
esto, Abhimanyu se lanzó hacia Drona. Parecía el mismo Vishnu con la rueda en su
mano. Su pelo flotaba en la brisa y su rostro había adquirido un brillo celestial. Era
una escena maravillosa verle allí de pie con una sonrisa en sus labios y con la rueda
levantada. Incluso antes de que se la pudiera arrojar a Drona, los seis la rompieron en
cien fragmentos. Abhimanyu cogió entonces la maza y dijo de nuevo—: Venid uno a
uno; sí, uno a uno. Puedo luchar con todos vosotros si venís uno a uno.
Sus palabras cayeron en oídos sordos. Abhimanyu se lanzó hacia Aswatthama, quien
aterrado al ver a Abhimanyu avanzar hacia él como el Dios de la Muerte, salió corriendo
de allí. Abhimanyu mató los caballos de Aswatthama y luego se abalanzó hacia el carro
del hijo de Dussasana, rompiéndolo. El hijo de Dussasana saltó hacia Abhimanyu con su
maza levantada en alto y los dos se enzarzaron en una lucha a muerte.
Abhimanyu estaba muy fatigado por la terrible lucha de aquel día, pero no le im-
portaba. Luchó desesperadamente; estaban decididos a matarse el uno al otro. Fatigado