Page 99 - Mahabharata
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1. El comienzo                                                                            79


               Era incomprensible, pues momentos antes estaba muy feliz. La visión de este hombre
               brillando bajo el Sol con su kavacha y sus kundalas debió producirle una tremenda

               impresión. Su memoria regresó en un instante a aquel día en que depositó a su hijo en las
               aguas del Ganges abandonándolo a la corriente: « Un día volveré a encontrarme contigo.
               Te reconoceré por tu kavacha y tus kundalas. » Tras estas palabras le había dejado a
               merced de la corriente. Ahora había vuelto a encontrarse con él, había reconocido a
               aquel recién llegado como su hijo. Cuando ella vio a sus dos hijos compitiendo en
               duelo, uno contra otro, sintió una gran agonía en su corazón. Vidura fue corriendo a
               su encuentro y roció su cara con perfume tratando de reanimarla. Vidura, usando su
               poder para ver el pasado y el futuro, supo inmediatamente todo lo ocurrido. Cuando
               Kunti se reanimó Vidura le habló mediante señas dándole a entender que no dijera
               nada, que guardase el secreto. Al tiempo, trataba de consolarla, ayudándola a soportar
               aquel sufrimiento. Con profunda amargura Kunti volvió a contemplar a sus dos hijos
               enfrentados como enemigos por el juego del destino y desde aquel momento la paz y la
               felicidad se esfumaron de su vida para convertirse en una larga eternidad de sufrimientos
               y angustia.
                   Los dos jóvenes estaban ya dispuestos a luchar. Tenían sus arcos tensos, sus frentes
               tersas y sus ojos llenos de furia, mirándose fijamente el uno al otro. Entonces Kripa salió
               al escenario y dijo:
                   —Cumplamos las reglas de combate. Arjuna el pandava, es el más joven de los
               hijos de Kunti. Pertenece a la noble casa de los kurus. Así pues, tú —dijo dirigiéndose
               a Radheya— tienes que presentarte anunciando el nombre de tu padre y la familia a
               la que perteneces, para que todos los asistentes conozcan qué reino tiene el honor de
               tenerte a ti como representante. Es norma sabida que sólo dos que pertenezcan al mismo
               rango pueden luchar. Un príncipe no puede luchar con alguien perteneciente a una casta
               inferior.

                   Radheya inclinó la cabeza como un loto empapado de rocío. Pero Duryodhana saltó
               de su asiento como una cobra amenazante y habló así:
                   —Mi señor, el Dharma más antiguo nos enseña que hay tres clases de reyes: los que
               son reyes por nacimiento, los que son reyes por su bravura y los que se convierten en
               reyes cuando derrotan a otro rey. La bravura, señor mío, no es un derecho de nacimiento
               exclusivo de los kshatryas. La bravura es un don universal. Así pues, si lo que pretende
               Arjuna es escudarse detrás de la norma de que sólo un rey puede luchar contra otro rey
               su deseo será complacido. Coronaremos a este joven como el rey de Anga donde ahora
               mismo no hay monarca, tras lo cual, podrán luchar de acuerdo a las normas.
                   La gente apenas se movía, tenían toda su atención puesta en lo que estaba pasando.
               Este gesto de Duryodhana les había dejado estupefactos. En los ojos de Bhishma había
               una expresión de regocijo y aprobación. « ¡Bien hecho! ¡bien hecho! » comenzó a gritar
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