Page 232 - El Islam cristianizado : estudio del "sufismo" a través de las obras de Abenarabi de Murcia
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Sus concomitantes y sus grados 221
porque el eco de las palabras de Dios impone siempre, mucho más si
tales palabras son graves y severas por su contenido. Aun en los casos
en que la iluminación no es de Dios, sino de un ángel, el síntoma de
la pesadez se da también: Mahoma se quedaba desfallecido e inmóvil,
al recibir la inspiración angélica de parte de Dios. Es algo así como
lo que les pasa a los simples fieles, cuando ven ante sí a los santos:
el respeto y el temor reverencial los deja como extáticos en su con-
templación. Así también, el alma, al recibir de lleno los resplandores
de la divina luz, quédase inmóvil y pierde la atención a todo lo exte-
rior e interior, abstraída en la contemplación de la divina presencia:
el corazón queda vacío de ideas; el cuerpo, impedido de movimientos;
la razón, privada de su facultad de discernir; los ojos, como petrifica-
dos, fíjanse en la tierra; los oídos, atentos sólo a la voz de Dios; todas
las preocupaciones del alma, concentradas y recogidas en una sola.
Enumerar ahora al pormenor los grados varios de la iluminación
divina y su respectivo contenido ideológico, sería tarea, a más de pro-
lija en exceso, poco o nada útil para fijar mejor en este problema el
pensamiento de Abenarabi. Ya dijimos arriba que apenas si difieren
entre sí los objetos percibidos por el alma en cada una de las tres
formas generales de la intuición mística: la diferencia que a estas tres
formas separa es más cualitativa que cuantitativa; un mismo misterio
puede ser revelado, alumbrado y contemplado. Así, pues, los grados
de la iluminación, aunque se repartan con más minucioso análisis que
los de la revelación, coinciden también con éstos, en cuanto a los mis-
terios intuidos. Por otra parte, ni el mismo Abenarabi es consecuente
en la enumeración de los grados: en su Mawaqui ya vimos (1) que los
distribuye dentro de la serie de los carismas, como anejos a cada uno
de éstos; en el Anwar (2), en cambio, la serie es más copiosa y su or-
denación jerárquica más estricta: los grados se elevan paulatinamente
desde el orden físico al metafísico, al teológico y al místico. Vienen,
primero, las iluminaciones que descifran con su luz los enigmas natu-
rales del cosmos en sus tres reinos, mineral, vegetal y animal; des-
(1) Cfr. supra, IX.
(2) Anwar, 17-24.