Page 42 - El Islam cristianizado : estudio del "sufismo" a través de las obras de Abenarabi de Murcia
P. 42

Nacimiento.— Familia        35
        vives acerca del estado de tu alma. A mi juicio, nada hay más semejante a  ti
        que  el perro: se revuelca en medio de la sangre de los cadáveres putrefactos
        y los come, a pesar de su inmundicia; pero luego, cuando va a mear, levanta
        la pata para no mancharse de orines. Tú eres un vaso lleno de inmundicias y
        ¿preguntas, no obstante, por tu manto, cuando eres responsable de todas las
        injusticias de  tus subditos?" Rompió a  llorar  el  rey, apeóse de su  caballo,
        abdicó del reino desde aquel momento y se consagró a la vida devota,  al ser-
        vicio del xeij. Este lo tuvo junto a  sí durante tres días,  al cabo de los cuales
        tomó una cuerda y  le dijo: "¡Oh, rey! Acabáronse los tres días de hospitali-
        dad; levántate y vete a hacer leña." Y  el rey hacía leña,  la ponía sobre su
        cabeza e iba a Tremecén a venderla al mercado. Las gentes le miraban y llora-
        ban. El vendía su leña, guardaba del precio  lo necesario para su sustento y
       daba  el resto de limosna. Así continuó toda su vida. A su muerte, fué sepul-
       tado en  la parte exterior de la tumba de su maestro de espíritu. Su sepulcro
       es hoy muy visitado. El xeij, cuando las gentes iban a pedirle que rogase a
        Dios por  ellos,  les decía: "Pedídselo por  la intercesión de Yahya  b. Yogán,
       pues era rey y renunció  al mundo.  Si Dios me hubiese sometido a  la prueba
       a que lo sometió a él, quizá río hubiese renunciado  al mundo."
         "También fué de los más grandes ascetas mi tío Móslem  el Jaulaní,  el cual
       pasaba la noche en vigilia, y cuando  la fatiga de estar en pie  le vencía, gol-
       peaba las plantas de sus pies con unas varas que tenía a mano, diciéndoles  al
       mismo tiempo: "¡Vosotros merecéis los golpes más que mi burro!"  (1)
          Un tío suyo paterno, Abdalá, se hallaba dotado de preternaturales
       aptitudes místicas de teósofo y vidente (2).
         "Tenía yo un  tío, hermano de mi padre, llamado Abdalá  b. Mohámed Abe-
       narabi, que había alcanzado este estado místico (3), tanto sensible como ideal-
       mente, según pude yo mismo observarlo de manera palpable, antes de convertir-
       me a este camino de la vida mística, en la época de mi disipación."
          En medio de este ambiente de misticismo deslizóse la infancia de
       Abenarabi. A los ocho años de edad, trasladóse a Sevilla con su fami-

         (1)  Mohadara,  II, 51.
         (2)  Fotuhat,  I, 240.
         (3)  El grado místico a que se  refiere aquí Abenarabi es  el llamado "de
       los hálitos o soplos". A  él pertenecían, según Abenarabi, muchos místicos de
       España, uno de los cuales trató en Jerusalén:  al preguntarle sobre cierta cues-
       tión  esotérica, respondió: "¿Notas un  olor?" En eso comprendió Abenarabi
       que pt.^enecía a dicho grado. Este individuo fué después criado suyo, algún
       tiempo.
   37   38   39   40   41   42   43   44   45   46   47