Page 111 - La importancia de las plantas medicinales
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Contribuciones de la biodiversidad
al bienestar humano y la autonomía
Sobre Laguna Verde del páramo Rabanal se narran algunas historias que
hasta la actualidad han logrado aportar a su conservación: “dicen que la
Laguna Verde es encantada, que cuando va a llover truena la laguna, suena
como si fuera un trueno, se escucha de afuera y eso avisa que va a llover”.
Otra persona explica: “eso es cierto que la laguna truena, se siente dentro de
la tierra y el agua se mueve, es igual que escuchar tronar, si uno machetea
llueve y se cierra”. Son también frecuentes las historias sobre apariciones o
visiones alrededor de esta laguna: “esa laguna primero era muy brava, un
señor había encontrado una totuma de oro, la cogió y se fue; y se vino el agua,
el señor corra y el aguacero detrás, el votó la totuma para atrás y escampó”.
Debido a que esta laguna se ha concebido como “brava”, la población del
páramo Rabanal optó por “amansarla” mediante un bautizo oficiado por un
sacerdote católico, sobre lo cual se explica: “a Laguna Verde fue un cura a
echarle agua bendita porque era muy brava, le echaron treinta cargas de sal
traídas de Nemocón y Zipaquirá cuando la bautizaron, fue un cura de Samacá,
tuvo veinticuatro parejas de padrinos, ya no es Laguna Verde sino María
Gertrudis, ese es el nombre ahora; era brava porque en la guerra con los
españoles los indios habían dejado tesoros, allí hay cuidanderos indígenas”. Se
dice que luego del bautismo de la laguna, la comunidad pudo avanzar con los
cultivos de papa y el establecimiento de potreros en zonas an- tes
consideradas inhóspitas. En el departamento del Cauca existen varios pozos
formados sobre rocas, que se considera fueron conjurados por los guaira o
curanderos indígenas, por lo que sus aguas son utilizadas para retornar al
“mundo de los sanos” a personas enfermas; en esta misma región se narran
historias sobre lagunas encantadas que solo son visibles en algunos
momentos del año y solo son observadas por contadas personas, se les califica
como “bravas” ya que rugen para ahuyentar a sus visitantes (Faust 2004).