Page 9 - INQUIETUDES 2020
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CARMENCITA
Muchos me conocen como Carmencita, aquella persona trabajadora y valiente, gentil y honesta, muy
probablemente era la primera persona que veías cada vez que entras al colegio y me escuchabas decir
‘’Buenos días’’, ‘’Buena tarde’’ y en algunos casos ‘’Buenas noches’’, o también ‘’Buenos días mi niño’’
o ‘’Buenos días mi niña’’.
El tiempo que llevo trabajando en el colegio no es corto, he visto el colegio en cada triunfo, pero lo
más importante, he visto a mis niños cumplir sus sueños. No hay mejor experiencia que ver la felicidad
de un niño corriendo, saltando, riendo a carcajadas, pero lo más importante es verlo aprender para que,
en unos años aquel niño pequeño, sea un gran doctor, un gran arquitecto, una gran artista o un gran
ingeniero.
Es difícil ver como un niña o niño que conocí siendo muy pequeño, el día de mañana ya sea una señorita
o un caballero con su diploma en manos y diciendo con una gran sonrisa ‘’por fin Carmencita, lo logré,
gracias por todo’’, en ese momento mi cabeza se llena de recuerdos, pienso en cada vez que los miraba
sonreír, cada vez que los miraba llegar al colegio y en algunos casos dejarlos entrar un poco tarde.
Mis ojos se llenan de lágrimas cada vez que veo a mis niñas con hermosos vestidos y a mis niños con
elegantes trajes de paño, esperando subir al bus para ir a la famosa ‘’fiesta de PROM’’, son recuerdos
que jamás olvidaré y que llevaré en mi corazón por el resto de mi vida.El Colegio Cooperativo Reyes
Patria ha sido un lugar en donde compartí y viví muchas experiencias, buenas y malas, pero sin importar
que tan buenas o malas fueran, siempre estuve en cada momento cumpliendo mi labor y dando el 100%
de mi cada día. No importó virus, pandemia o cuarentena, nunca dejé el colegio, cada vez que me
necesitaban, sin importar la hora o el día, estuve ahí preocupada y atenta a toda situación y agradezco a
Dios por permitirme estar muchos años al lado de mis niños y por ser parte de la comunidad
Reyes Patria.
No dejo de recordar ese momento en que todos los años veo a mis niños graduándose con toga y birrete
y observo cómo sus ojos brillan, sonríen de felicidad y logran sus metas, pero este año mi experiencia
es diferente porque gracias a Dios puedo decir con orgullo que uno de esos niños, es mi hijo, es el niño
de mis ojos, mi bebe adorado que, sin importarme su edad, su altura o lo grande que fuera, siempre será
mi niño adorado, mi bebe consentido. Agradezco a Dios infinitamente por darme la oportunidad de ver
como mi bebe se convierte en un caballero valiente y conforme al corazón de Dios.