Page 12 - EL VUELO DE LOS CÓNDORES con audio
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eran y qué decían. Pero encaminándome a casa, me
di cuenta de que ya estaba oscureciendo. Era muy
tarde. Ya habrían comido. ¿Qué decir? Sacóme de
mis cavilaciones una mano posándose en mi
hombro.
–¡Cómo! ¿Dónde has estado?
Era mi hermano Anfiloquio. Yo no sabía qué
responder.
–Nada –apunté con despreocupación forzada– que
salimos tarde del colegio...
–No puede ser, porque Alfredito llegó a su casa a
las cuatro y cuarto... Me perdí. Alfredito era hijo de
don Enrique, el vecino; le habían
preguntado por mí y había respondido que salimos
juntos de la escuela. No
había más. Llegamos a casa. Todos estaban serios.
Mis hermanos no se atrevía a decir palabra.
Felizmente, mi padre no estaba y cuando fui a dar
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