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El sangrado puede prevenir de venas o arterias, la diferencia está en que el color
procedente de las venas es más oscuro, sale de forma continuada, sin fuerza, mientras
que las arterias tienen un color más brillante y sale con fuerza y de forma intermitente.
Ante una hemorragia, debemos de
taponar la zona de sangrado,
comprimiendo la herida con el paño
más limpio que encontremos y si es
posible, fijarlo con unas vendas.
Aunque ese paño se manche de
sangre, nunca retirarlo, ya que el
taponamiento que se está formando en
la herida, desaparecería y volvería a sangrar como al principio, pondríamos más paños
encima sin que desaparezca la fuerza que estamos ejerciendo sobre ella.
Si la hemorragia es arterial, comprimir con los dedos la arteria sobre el hueso, en el
punto situado al lado de la herida, entre ella y el corazón.
En los casos que sea posible, mantener la herida más elevada que el corazón, como
por ejemplo, las heridas de la mano, poniendo el brazo en cabestrillo.
Si la hemorragia es interna, es difícil de detectar, por lo que enumeraremos los
síntomas más frecuentes: pulso débil y rápido, sudor frío, náuseas, malestar, piel de
color pálido, terrosa e incluso pérdida de conocimiento.
HEMORRAGIA NASAL (EPIXTASIS)
Comprimir con el pulgar el lado de la nariz que sangra, a lo largo de esa fosa nasal y
poner la cabeza un poco hacia delante, no mirar hacia arriba. Si no cesa, taponamos con
gasa impregnada en agua oxigenada, ayudándonos con unas pinzas y dejando parte en
el exterior para poder sacarla posteriormente un médico. No usar algodón en el
taponamiento, ya que pueden quedar restos en el interior.
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