Page 128 - Velasco y la independencia nacional

VELASCO Y LA INDEPENDENCIA NACIONAL • La RevoLución continúa
ejemplo de José Olaya es paradigmático en el Callao, como lo es el de María Parado en Huamanga, o el de Catalina Buen- día en Ica, entre muchos tantos.
Anna le exige a la independencia condiciones de respaldo democrático puramente teórico, que la gran parte de princi- pales acontecimientos de la historia mundial no han tenido, empezando con todos los actos de colonización, o las asom- brosas guerras mundiales; y sin embargo cuentan como he- chos históricos. En lo que se puede estar de acuerdo es en que el principal impulso independentista ciertamente no salió de Lima, sino que se fue atizando con los triunfos en las batallas de la gran Colombia y en América del Sur y la llegada inminente de los ejércitos de San Martín.
Con el éxito de la independencia política las rebeliones indígenas parecen decaer por un largo periodo, o se entre- mezclan con los alzamientos armados y disputas que prota- gonizan de modo intermitente los caudillos militares hasta mediados de siglo. Lo claro es que la independencia no trajo la pacificación para el país. Y mientras los que conquistaban el gobierno trataban de armar el manejo del estado en su pro- vecho, los descontentos de la república siguieron buscando vías propias para tener un país en el que pudieran vivir de un modo efectivamente libre.
Del lado de los criollos los signos de ese descontento no aplacado se los puede detectar, por ejemplo, en la rebelión de los hermanos Tomás, Silvestre, Marcelino y Marceliano Gutiérrez, en julio de 1872, la que podría describirse como el primer intento de ruptura del orden oligárquico que se venía consolidando, desde dentro. Los Gutiérrez intentan frenar la corrupción en que se venía convirtiendo el gobier- no de Lima en manos de las clases pudientes, pero fueron asesinados de modo espeluznante por las hordas que mo- vilizó el civilismo.
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