Page 104 - Para el buen gobierno de los pueblos
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cesado las disensiones y pendencias que por causas muy livianas solía haber entre ellos, cuánto más guardadas sus haciendas de ladrones, cuánto más seguras sus mujeres e hijas de fornicarios y adúlteros; y, en suma, cuán certificada toda la república de que ni el rico ni el pobre, ni el grande ni el chico, había de recibir agravio.” (196-197)
125. Los “tributos” de la gente al Inca
“De manera que eran cuatro las cosas que de obligación daban al Inca, que eran: bastimentos de las propias tierras del Rey, ropa de lana de su ganado real, armas y calzado de lo que había en cada provincia. Repartían estas cosas por gran orden y concierto: las provincias que en el repartimiento cargaban de ropa, por el buen aliño que en ellas había para hacerla, descargaban de las armas y del calzado, y, por el semejante, a las que daban más de una cosa, descargaban de otra; y en toda cosa de contribución había el mismo respecto, de manera que ni en común ni en particular nadie se diese por agraviado. Por esta suavidad que en su leyes había, acudían los vasallos a servir al Inca con tanta prontitud y contento, que hablando en el mismo propósito, dice un famoso historiador español estas palabras: "Pero la mayor riqueza de aquellos bárbaros Reyes era ser sus esclavos todos sus vasallos, de cuyo trabajo gozaban a su contento, y, lo que pone admiración, servíanse de ellos por tal orden y por tal gobierno que no se le hacía servidumbre, sino vida muy dichosa": hasta aquí es ajeno, y holgué ponerlo aquí, como pondré en sus lugares otras cosas de este muy venerable autor, que es el Padre Joseph de Acosta, de la Compañía de Jesús, de cuya autoridad y de los demás