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Enseñanzas de los Gobernantes Incas
el yugo del Imperio, y aunque cada una de por sí no era parte, podrían convocarse y hacer liga entre muchas provincias y en diversas partes y acometer el Reino por todos cabos, que fuera un gran peligro para que se perdiera el señorío de los Incas.”
“Para asegurarse de todos estos inconvenientes y otros que suceden en imperios tan grandes, tomaron por remedio mandar que todos los herederos asistiesen en su corte, donde, en presencia y ausencia del Inca, se tenía cuidado de tratarlos con regalo y favores, acariciando a cada uno conforme a sus méritos, calidad y estado. De los cuales favores particulares y generales daban los príncipes cuenta a sus padres a menudo, enviándoles los vestidos y preseas que el Inca les daba de su propio traer y vestir, que era tan estimado entre ellos que no se puede encarecer. Con lo cual pretendían los Reyes Incas obligar a sus vasallos a que en agradecimiento de sus beneficios les fuesen leales, y cuando fuesen tan ingratos que no los reconociesen, a lo menos temiesen y reprimiesen sus malos deseos, viendo que estaban sus hijos y herederos en la corte como en rehenes y prendas de la fidelidad de ellos. Con esta industria y sagacidad y otras semejantes, y con la rectitud de su justicia, tuvieron los Incas su Imperio en tanta paz y quietud, que en todo el tiempo que imperaron casi apenas hubo rebelión ni levantamiento que aplacar o castigar.” (339-340)
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