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Tomá la sopa, mi amor... tomá la sopita, que está rica, tomá, tomá, fijate que rica
                         que está.

                             El dueño de casa pensó:
                             Se volvió loco, el sumo sacerdote se volvió loco Entonces le preguntó:

                             ¿Pasa algo, excelencia?

                             Mientras el sumo sacerdote le seguía hablando a la sopa:
                             Vamos mi amor, toma la sopa que está rica, que está calentita.

                             Hizo un silencio y después mirando al dueño de casa le explicó:

                             No... No pasa nada. Sino que la sopa es para ella, yo vine sin ella hace un rato y me
                         sacaron a patadas .
























































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